Hispanos se las ingenian para ganar dinero en NY

Cuando con un solo oficio no alcanza el dinero, hay que inventar algo para sobrevivir.

Dekay 177 crea diseños en gorras, camisetas y chamarras.

Dekay 177 crea diseños en gorras, camisetas y chamarras. Crédito: EDLP

Nueva York – En época de adversidad nacen talentos que en la comodidad permanecerían dormidos, dice un viejo refrán que algunos latinos practican al pie de la letra. Ya sea para encarar el desempleo o como un “part-time”, los hispanos se las ingenian para ganar dinero extra con trabajos y métodos poco comunes.

Bodega en casa

Una familia mexicana de Elmhurst, Queens, astutamente transformó la sala de su departamento en una pequeña bodega, evitando a sus clientes la molestia de salir a la calle por víveres bajo un sol ardiente.

En la comodidad de su propio edificio, en las inmediaciones de la calle 80, decenas de residentes acuden al segundo piso del lugar para comprar sus productos básicos. “Hemos comprado aquí desde hace varios años”, dijo María Guadalupe Reynoso, de 29 años y residente del sitio por más de una década. “No tenemos que dejar el aire acondicionado para conseguir la despensa. La tiendita en el departamento de esta familia es muy querida por la comunidad”, comentó.

Cocina sobre ruedas

Aprovechando al máximo la falta de restaurantes en el área de los grandes almacenes de Hunts Point, El Bronx, vendedores ambulantes instalan estufas y neveras en sus camionetas tipo van, con tal de llevar comida fresca a trabajadores latinos.

Algunos comerciantes explicaron que la falta de dinero para adquirir un carrito de comida, los obligó a usar el ingenio para ganarse la vida.

“Llevo cinco años vendiendo comida en el área”, dijo un vendedor que prefirió el anonimato.

“Yo mismo instalé mi cocina en mi camioneta. Tuve que idear la forma para no pagar por el trabajo. En tiempo de crisis hay que usar la imaginación para poner pan en la mesa”, apuntó el hispano.

Sandalias a la medida

Cuando un solo empleo no es suficiente, el “part-time” se convierte en el salvavidas de muchos, pero ganar dinero extra con estilo es una peculiaridad que pocos pueden presumir.

El hondureño Dionisio Gutiérrez, de 42 años y residente de El Bronx, hace sandalias y cinturones con sus propias manos. En la calle 116, entre las avenidas Lexington y Tercera, el artista del cuero comercializa sus productos ganado hasta $500 en una buena semana.

Gutiérrez trabaja de noche dando mantenimiento a un edificio en Manhattan, pero en las tardes acude a El Barrio, pues dice que el dinero no rinde como antes.

“Vengo de una familia de zapateros y aprendí el oficio en mi país”, comentó con orgullo. “En el verano las sandalias se venden como pan caliente, pero también los cinturones con el nombre del comprador y las bolsas son productos muy solicitados”, indicó.

El arte sí deja

Para quienes consideran que del arte no se vive, el joven artista Dekay177 puede demostrar lo contrario. Con pinceles, aerógrafo y marcadores, el residente de El Bronx crea diseños únicos en gorras, camisetas, pantalones y chamarras.

Dekay177, de 29 años y de ascendencia hondureña, aprendió a dibujar en sus clases de arte durante la secundaria. Más tarde perfeccionó su técnica e inventó sus propios métodos.

“Llevo haciendo esto por 15 años”, indicó. “Como ‘part-time’ es bueno porque en ocasiones logro ganar hasta $300 por pocas horas”.

Lo mismo pero más barato

Algunos comerciantes latinos que se congregan fuera del zoológico de El Bronx, ofrecen los mismos souvenirs del lugar, pero a precios muchos más bajos. Con juguetes y peluches que van de $1 a $7, los vendedores atraen la atención de los visitantes.

“Prefiero no decir cómo consigo la mercancía”, dijo un comerciante. “Pero es de calidad. Hasta tienen la misma etiqueta del zoológico”.

Candados para el dinero seguro

Aunque la dominicana Luz María Valdez está de vacaciones en Nueva York, no desaprovecha las oportunidades que se le presentan para ganar unos pesitos.

Afuera de una piscina en Brooklyn, la mujer descubrió casualmente un buen negocio al darse cuenta que no se le permite la entrada a los bañistas que no llevan candado.

Al día siguiente de su visita buscó un sitio con sombra para instalarse y ofrecer candados por $5.

“Mucha gente no quiere devolverse hasta la casa o no sabe donde hay una tienda cercana”, dijo Valdez. La sagaz comerciante vende hasta $40 dependiendo el día.

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