Rentas caras obligan a cerrar a otra bodega en NY

Encarecimiento de Tremont hace que cierre tras 18 años negocio que 'fía' en El Bronx.

Los bodegueros Altagracia Aristy y Pablo Ureña muestran la orden de desalojo que los obligará a cerrar su negocio en Tremont, tras 18 años de trabajo.

Los bodegueros Altagracia Aristy y Pablo Ureña muestran la orden de desalojo que los obligará a cerrar su negocio en Tremont, tras 18 años de trabajo. Crédito: Jose Acosta / EDLP

El Bronx – Los bodegueros Altagracia Aristy y su esposo Pablo Ureña, de 55 años, se han valido del sistema dominicano del “fiao” para mantener su negocio rentable en una comunidad pobre del sur de El Bronx.

Por los 18 años que lleva en el barrio de Tremont, este informal sistema de préstamos ha mantenido a flote la Spanish America Grocery, localizada en el 985 de la calle 17, y ayudado a los Ureña ha criar a sus tres hijos, hoy de 26, 23 y 18 años.

También ha ayudado a gente del barrio a comprar productos necesarios “tenga dinero o no tenga”, como afirmó Brene Jiménez, de 31 años, uno de los clientes.

“Aunque hay bodegas más cerca de mi casa, yo prefiero caminar desde Vyse (a dos cuadras) para comprar aquí”, dijo Brenes. “Los bodegueros son amables y la gente los quiere mucho”, señaló.

Pero este pequeño negocio podría desaparecer esta semana, debido a una orden de desalojo judicial por vencimiento de contrato.

“Pagábamos $1,962.91 de alquiler y cuando el edificio pasó hace cuatro años a otro casero (Preeti Mirani, de la corporación 985 East 174 St.), éste nos dijo que tenían que pagar mucho de hipoteca y querían subirnos el alquiler a $4,000”, explicó Aristy.

“Les explicamos que aunque a una cuadra queda el centro comercial Pathmark (construido hace 10 años), éste podía pagar altos alquileres porque recibía clientes de toda la ciudad, pero nosotros sólo vivimos de la gente del vecindario, que es pobre”, señaló.

Aristy dijo que el casero atendió sus razones, acordaron elevar el alquiler a $2,200 con la promesa de que les darían un nuevo contrato.

“Pero nunca cumplieron con el trato”, dijo Aristy.

Los bodegueros se quejan de que después de que el casero les pidiera invertir miles de dólares en cambiar el sistema de refrigeración de las neveras para ahorrar agua, y de ver perder una sección del negocio por filtraciones en el techo que el casero nunca reparó, “ahora nos mandan una orden de desalojo”.

“Lo que pedíamos era un contrato justo, que nos subieran el alquiler, pero no a $6,000, sino a uno que se ajustara a la realidad del vecindario y de nuestro negocio”, dijo Aristy. “Las tiendas del Mall pueden pagar alquileres altos, pero nosotros no podemos”, señaló.

Según Ureña, una de las soluciones que buscó el casero fue dividir el local en dos tiendas; ellos aceptaron si les dejaban el lado donde tienen el Deli y las neveras, porque mover esta parte les costaba más de $18,000. “Pero el casero no aceptó”, apuntó.

Desconociendo sus derechos, los Ureña pagaron en corte a un abogado inescrupuloso que les cobró $3,500 con la promesa de que les resolvería el problema, “y lo único que hizo fue decirnos lo que ya sabíamos, que el casero nos quería sacar y si veíamos un juez nos sacarían inmediatamente y si negociábamos la salida nos darían seis meses”.

Los bodegueros firmaron un acuerdo de salida con el casero que se cumple esta semana.

Comerciantes del área, como Henry Torres, de La Princesa Mini Market, y el de S&A Grocery, dijeron que sus alquileres no han aumentado, pero se quejaron de que en el sector los alquileres son muy altos. La S&A Grocery, por ejemplo, pese a ser mucho más pequeña que la bodega de los Ureña, paga unos $2,000 de alquiler.

El presidente de la Asociación de Bodegueros de los Estados Unidos, Ramón Murphy, dijo que, como los Ureña, semanalmente bodegas y pequeños negocios cierran en la ciudad de Nueva York, porque los caseros no quieren renovarles el contrato de alquiler o los suben a tarifas insostenibles.

“Por eso en 2009 queríamos que el Concejo Municipal aprobara el proyecto de ley Small Business Survival Act, para evitar el cierre de más de 80,000 pequeños negocios de la ciudad y poner fin a la extorsión de los caseros contra los comerciantes”, dijo Murphy. “Pero nunca se aprobó y por eso muchos bodegueros como los Ureña no tienen protección legal cuando sus caseros deciden desalojarlos”.

La Asociación reveló que sólo en 2009, 137 bodegas cerraron sus puertas en la avenida Broadway, en Manhattan, desde la calle 230 a la 197, y cada día dos o tres bodegas cierran en Nueva York.

Mensajes al casero para tomar su postura y reacción a estas quejas no fueron contestados al cierre.

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