Distribución electoral en NYC: una batalla que debemos pelear

La Ciudad de Nueva York ya comenzó el proceso para actualizar los distritos que a partir de 2014 representarán los 51 legisladores que conforman el Concejo Municipal, y así reflejar cambios demográficos ocurridos en los últimos 10 años.

Por complejo y complicado que parezca, la comunidad latina (individuos y organizaciones) debe familiarizarse con este proceso, y la terminología que lo describe, para evitar que nos metan gato por liebre.

Redistribuir el mapa electoral es una tarea compleja, porque debe lograr que los cinco condados sean divididos en distritos legislativos que faciliten la representación en el Concejo de las diversas comunidades que conviven en la ciudad. Y es complicado debido a que intereses políticos y partidistas a menudo interfieren en la toma de decisiones.

Hace varias semanas el alcalde Bloomberg, y los bloques demócrata y republicano del Concejo, anunciaron los nombres de las 15 personas que ahora componen la comisión a cargo de redibujar el mapa y presentar en noviembre un plan final al Concejo en pleno.

La cosa no comenzó bien.

Poco después del anuncio, el Instituto Nacional por una Política Latina advirtió que sólo tres de los 15 miembros de la comisión de redistribución son latinos –el mismo número que tuvo la comisión de 1990, a pesar de que la comunidad hispana de la ciudad creció en 31% en la última década. Según la nueva demografía, debimos haber tenido cinco representantes en la comisión.

La composición final de la comisión es decepcionante, especialmente de parte del Concejo, el cual designa a ocho de los 15 miembros. La forma cómo se elige a los miembros de este panel y su constitución final es algo que se debe analizar y mejorar. Por ahora, debemos montarnos ágilmente en este rápido vagón, y asegurarnos de que la comisión haga un trabajo justo para que los latinos logren la representación y participación que merecen.

La recién creada comisión tuvo su reunión inicial ayer, la primera de varias que ocurrirán durante el verano antes de presentar en septiembre un plan para discusión pública. Es importante que los grupos hispanos participen y hagan su trabajo en las comunidades a las que sirvan para concientizar sobre la importancia de monitorear el proceso y asistir a las audiencias públicas.

¿Qué está en juego? Poder de voz en las políticas públicas que rigen nuestra vida diaria y en la distribución de fondos para servicios vitales en nuestros vecindarios.

En los últimos años, vecindarios latinos han logrado elegir a 11 concejales hispanos, de los 51 que conforman el cuerpo municipal. El número –que representa alrededor de 22% del Concejo– es proporcional a la porción de votantes latinos que hay en la ciudad. Tal paridad se ha logrado con esfuerzo para que los latinos se incorporen, se postulen a puestos públicos y voten. Con todo, por distintas razones, no siempre logramos un pedazo justo de la torta, y nuestros barrios, grupos comunitarios y pequeños empresarios se quedan cortos del apoyo que necesitan para avanzar.

Los hispanos no podemos cesar de enviar el mensaje de que hay ciertas líneas que no se pueden cruzar. Esta es una batalla que debemos pelear en una ciudad que a menudo parece renuente a darles poder a los latinos.

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