Una vida lustrando zapatos, ‘the old-fashioned way’

García es un trabajador "honorable y fiel a su oficio", dijo uno de sus clientes.

Anselmo García, o Ramoncito, es una cara conocida en la calle 176 de Manhattan.

Anselmo García, o Ramoncito, es una cara conocida en la calle 176 de Manhattan. Crédito: José Acosta / EDLP

harlem – Anselmo García, de 59 años, apodado “Ramoncito”, parece ser inmune a los cambios del mundo. Desde que a los seis años sus padres le dieron una caja de limpiabotas, García se ha mantenido fiel a su oficio, tanto en su natal Santiago, en República Dominicana, como en Nueva York, donde llegó en 1997.

Desde hace 15 años, Ramoncito llega todos los días a lustrar zapatos ajenos frente al restaurante Floridita, en la avenida Broadway y la calle 176, en Manhattan.

Sentado en su pequeño banco, siempre acompañado de su antigua caja de limpiabotas, este trabajador parece una especie en vía de extinción.

“Al otro día de haber llegado a Nueva York, pedido por mi mamá, compré una caja de limpiabotas y comencé a trabajar en este mismo sitio “, dijo García. “Yo nunca pude ir a la escuela porque en casa éramos muy pobres, y por 53 años me he ganado la vida honradamente lustrando zapatos”.

García nació y creció en el Ensanche Bermúdez, en Santiago. Es el menor de 16 hermanos, ocho hembras y ocho varones. Su padre, Alcibíades, tenía un puesto de venta de carbón, y su madre, Joaquina, vendía majarete. Hasta sus seis años, disfrutó de cierta bonanza familiar, ya que su hermana Yeya, quien residía en Nueva York, ayudaba en el gasto familiar con envíos de remesas.

“Pero Yeya murió, el dinero dejó de llegar y a mí, que soy el más pequeño de la familia, me dieron una caja de limpiabotas y me pusieron a trabajar”, dijo García.

En el vecindario todos lo conocen como Ramoncito, apodo que lleva por razones inexplicables desde los ocho años.

García cobra $4 por lustrar zapatos y $6 por botas, y gana de $16 a $60 al día.

“Aquí vienen muchos policías que me dejan sus zapatos, se van y regresan cuando se los tengo limpios”, dijo García. “Yo trabajo de 8 a.m. a 5 p.m., menos los domingos”, señaló.

Ronald Sterling, uno de sus clientes, dijo que García era un trabajador “honorable y fiel a su oficio”.

“Yo lo conozco desde hace muchos años y es curioso verlo con su caja de limpiabotas en medio de una ciudad tan moderna como Nueva York”, dijo Sterling.

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