Estadounidenses que reconstruyeron Irak murieron

Esa cifra representa un aspecto de la guerra de Irak que pocas veces es mencionado públicamente

Peter Nemmers (izq.) Morgan Bright y Matthew Hildebrandt (der.) se ríen mientras se preparan para dejar Irak tras casi 9 años de guerra.

Peter Nemmers (izq.) Morgan Bright y Matthew Hildebrandt (der.) se ríen mientras se preparan para dejar Irak tras casi 9 años de guerra. Crédito: EFE

Washington.- En el primer conteo de este tipo, una agencia investigadora federal calculó que al menos 719 personas, casi la mitad de ellas estadounidenses, fueron muertas mientras trabajaban en proyectos para reconstruir Irak tras la invasión estadounidense de 2003.

Esa cifra representa un aspecto de la guerra de Irak que pocas veces es mencionado públicamente, opacado por la cantidad muy superior de bajas en combate, así como por los miles de millones de dólares del erario gastados en la reconstrucción del país.

No existe confirmación oficial sobre el número total de muertos en Irak. El ejército estadounidense perdió 4,488 combatientes en ese país y sus aliados poco más de 300. El número de muertes iraquíes no ha sido establecido pero se cree que superan las 100,000.

Duane G. Wolfe, comandante de la Armada, figura entre las 719 personas muertas. No combatía a la insurgencia, pero ésta sí lo combatía a él.

Figuró en un numeroso grupo de abogados, ingenieros, contratistas y otros que pagaron un enorme precio al intentar reconstruir Irak y su arruinada economía. Sus muertes fueron inscritas entre las bajas causadas por la guerra, pero hasta ahora nadie había recopilado los fallecimientos de los “reconstructores” como un apartado separado en la lista general de bajas.

Wolfe, de 54 años, fue muerto el 25 de mayo del 2009 al estallar una bomba a un costado de un camino cuando regresaba a Bagdad tras inspeccionar una planta depuradora de aguas residuales en construcción cerca de Faluya, en la provincia occidental iraquí de Anbar.

El proyecto de 100 millones de dólares tuvo extensos retrasos y excesos presupuestarios. Una auditoría del gobierno estadounidense a fines del año pasado concluyó que seguramente no valió la pena debido a su enorme costo real. La investigación contable indicó que “muchas personas” murieron en su construcción, pero sin precisar su número.

Wolfe, reservista de la Armada, estaba al frente de la Oficina de Ingenieros del Ejército en Anbar cuando murió. Anteriormente trabajó como civil en la Base Aérea Vandenberg, en California.

Los otros dos civiles estadounidenses ” Terry Barnich, de 56 años y empleado del Departamento de Estado, así como Maged Hussein, de 43, de Ingenieros Militares ” murieron en el mismo atentado.

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