Atletas más pobres: A entrenar ‘de verdad’
Bendición Abuelas y Abuelos y en memoria de Antonio…
Los ideales de las Olimpíadas son admirables: “crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto de los principios éticos fundamentales universales”.
En realidad, los juegos se manifiestan como competencia mundial entre países, muchas veces sazonada por fanatismo nacional.
Es predecible: las naciones más económicamente desarrolladas tienden a ganar, como mismo tienen ventaja en la lucha por los recursos mundiales.
Sin embargo, estas mismas ventajas les ofrecen al deportista menos dotado la oportunidad de ir más allá de sus medios y capacidades.
Pude apreciar esto el mes pasado en La Gran Regata del Río Nazas en Durango, México. La carrera anual de kayak más larga y durarera en el país acaba de cumplir 49 años. Cada julio compiten remeros de varios estados en unión a una caravana de seres queridos.
Este año compite un remador estadounidense por primera vez.
“Estoy aquí para ganar,” dice Tommy Yonley.
Llega repleto. Acaba de ganar una carrera en Texas. Su kayak fue importado de Sudáfrica y pesa a eso de 19 libras menos que los de sus oponentes, muchos heredados de padres o abuelos. Trae aparatos como metro de muñeca, tubo para beber y bomba de kayak.
Su competidor principal nunca ha visto una bomba de kayak -él saca a mano el agua que se mete en su kayak. Ata bolsitas plásticas de agua a su chaleco salvavidas. No lleva dieta líquidas de fórmulas especiales.
El ganador del año pasado batalla para mantener su corona. Precisamente ahora es que Martín Rangel tiene que encarnar su apodo de El Mudo y no divulgarle a Yonley los secretos del caprichoso Río Nazas durante la carrera.
Al fin, gana Yonley con mucha brega.
“Como quiera le dimos una buena cansada, ¿no?” dice Jesús ‘El Cuate’ Villela, quien ocupa tercer lugar y fue pasado ganador por cinco veces consecutivas. “Lo reto a volver el próximo año. Esta vez, voy a entrenar de verdad”.
