Sabotaje a la acción diferida

En cualquier país del mundo despedirían a un funcionario que se manifiesta públicamente contra las órdenes del ejecutivo, especialmente si el empleado pertenece a una agencia oficial en la que los burócratas portan armas.

Sin embargo, en los Estados Unidos del siglo 21, empleados de las agencias de inmigración pueden decir lo que se les venga en gana, incluso promover que no se sigan directrices presidenciales, o de sus superiores, sin que les pase nada.

Eso es lo que ha estado sucediendo con Chris Crane, presidente del sindicato de empleados del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), quien el pasado jueves 26 de julio se apareció en una conferencia de prensa para despotricar contra la acción diferida otorgada a estudiantes indocumentados por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), que suspenderá la deportación de los soñadores en los próximos dos años.

En el encuentro con los medios, Crane dijo: “durante los últimos tres años y medio hemos estado tratando de trabajar con esta administración, desde el director (John) Morton hasta la secretaria (Janet) Napolitano, quienes no se han reunido con nosotros… hemos estado en la Casa Blanca y hemos tratado de hablar con esos tipos y básicamente ellos no quieren escuchar nuestras preocupaciones. No desean trabajar con nosotros para nada”.

Esa es la posición de Crane, que pretende que el gobierno siga su parecer y se desconozcan las indicaciones del ejecutivo.

¿Desde cuándo los superiores de Crane, el director de una agencia federal, la secretaria de un departamento nacional, y la Casa Blanca, tienen que rendirle cuentas sobre una política ejecutiva a un agente de bajo rango?

Crane se presentó a la conferencia de prensa, que organizó el conocido senador antiinmigrante Jeff Sessions, opositor intransigente al presidente Obama. Sessions, acusó a la NAACP, la principal organización afroamericana del país de ser un grupo de inspiración comunista y ha bromeado con las razones para no pertenecer al Ku Klux Klan, calificó la medida del gobierno como una “amnistía”.

En la presentación ante los medios, Crane se presentó junto con George McCubbin, presidente del sindicato de agentes de la Patrulla Fronteriza (CPB), al que están afiliados 17 mil oficiales.

Lo voy a recordar por tercera ocasión: en agosto de 1981, un presidente con agallas, Ronald Reagan despidió de un plumazo a 11,345 integrantes del sindicato de controladores aéreos, dos días después de que se declararon en huelga.

Lo que ha estado haciendo Crane son actos de insubordinación, que ameritarían una sanción ejemplar.

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