La creatividad criminal no es inteligencia

Por una razón inexplicable algunos seres humanos tienden a confundir los valores éticos, en especial, cuando hay de por medio poder y dinero en abundancia.

Ciertas personas, sin rectitud moral, se ponen de parte del canalla y malhechor, en vez de exaltar la ley y el orden.

En parte, algunos medios son culpables de apologizar y magnificar el delito, de incitar bajos instintos, codicia y egoísmo.

Quizás por eso, ciertos jóvenes se fascinan con las historias del narcotráfico. Algunos niños de barrios pobres en México y Colombia quieren ser sicarios cuando crezcan y se ha vuelto popular en las redes sociales una frase escalofriante pronunciada en vida por el narcoterrorista Pablo Escobar, del cartel de Medellín: “Le voy a matar el papá, la mamá, los tíos y si la abuelita está muerta, la desentierro y se la vuelvo a matar”.

Al oír comentarios sugiriendo que la expresión es graciosa y temiendo que la telenovela que narra su vida, “El patrón del mal”, confunde a la gente, me entró un escalofrío y se me vino a la memoria el terror generado por ese capo.

Conocí a Escobar cuando me retuvo en 1986, siendo yo un novato reportero de televisión. En aquella ocasión, desde la Hacienda Nápoles de su propiedad, envió una amenaza a mi director de noticias, Humberto Arbeláez, a quien no pudo matar porque mi jefe se ocultó en una clínica de reposo fingiendo demencia.

Tengo nítidos los recuerdos de esa época nefasta. En varias ocasiones, estupefacto frente al horror que veía, no pude evitar pisar trozos de cuerpos despedazados a causa de las bombas que Escobar mandó a poner para persuadir al gobierno de que no lo extraditaran a los Estados Unidos.

Es justo que, antes de admirar a los malos, nos situemos del lado de las víctimas.

Me parece asombroso y desafortunado oír a las nuevas generaciones diciendo que Escobar fue muy inteligente. Nadie que mata y asesina inocentes lo es. Escobar tuvo mala educación, fue cínico y vil, con relativa suerte pero bruto.

Ningún ser inteligente, como inexactamente la gente joven ve a Escobar, mata niños “en defensa de su familia y de sus hijos”, argumento que usó para justificar el terrorismo.

Ningún hombre inteligente idolatra a su mamá y a la vez mata a mujeres sin piedad; entre otras cosas, su madre dio una pésima formación a sus hijos: “El día que usted haga algo malo, hágalo bien hecho, no sea tan pendejo de dejarse pillar”.

¿Cómo Escobar explicó a su prole el baño de sangre que produjo? La creatividad criminal no es inteligencia. No confundamos.

Ahora en Medellín venden láminas (monas o cromos) coleccionables en álbumes, con imágenes que promueven a ese individuo como si ser hampón es bueno y provechoso.

Su hijo, en Argentina, lanzó una colección de ropa con bolsillos ocultos y el rostro de su papá estampado en camisetas.

Que no me vengan con cuentos que es un modelo a seguir, porque sería el fin de la sociedad decente y habría que recomendar apagar todo e irnos pal infierno con él.

No deben olvidar que Colombia sigue de luto por los muertos que dejó ese asesino y sus cómplices, incluyendo a los del clan Ochoa, quienes hoy saborean la riqueza ganada, en gran parte, de forma ilegal.

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