La receta republicana: ignorar el voto latino

El sábado en Manassas, Virginia, y en medio de la euforia generada por el reciente nombramiento de su compañero de fórmula, Paul Ryan, Mitt Romney hablaba sobre sus propuestas para un Estados Unidos con menor ingerencia gubernamental y mayores oportunidades para su gente. En un momento dado dijo: “lo que funciona aquí y lo que funciona alrededor del mundo son personas libres tratando de conseguir sus Sueños. Queremos a esos Soñadores aquí”.

Obviamente Romney se refería a las personas que quieren emprender planes y sueños en Estados Unidos pero no a los jóvenes estudiantes indocumentados llamados Soñadores porque el aspirante presidencial republicano ha declarado que de ser electo vetaría el proyecto de ley DREAM Act que los legalizaría y los colocaría en una ruta permanente para concretar sus aspiraciones y en consecuencia ayudar a nuestra economía.

Más aún, su seleccionado como aspirante vicepresidencial, el congresista republicano de Wisconsin, Paul Ryan, ya probó su oposición al DREAM Act votando en contra del proyecto en la Cámara Baja en diciembre de 2010.

Y otro detalle: en el año 2005 Ryan votó a favor del proyecto HR 4437 conocido popularmente como la Ley Sensenbrenner en honor a su autor, el congresista republicano Jim Sensenbrenner, también de Wisconsin, que criminalizaba a los indocumentados y a quienes los asistieran, incluyendo religiosos. La medida antiinmigrante y antilatina generó marchas de hispanos a través del país, forzó un debate migratorio en el Congreso, movilizó el voto latino en la elección de medio tiempo de 2006, y solidificó la imagen de antiinmigrantes que tienen los republicanos entre los latinos.

Ryan, cerebro de las políticas económicas republicanas en el Congreso en su papel del presidente del Comité cameral de Presupuesto, también promueve ideas que atentan contra programas centrales entre la comunidad hispana: aboga por la privatización del Seguro Social y recortes al Medicare, por ejemplo. Pero va más allá. Un análisis del Center on Budget and Policy Priorities encontró que en el presupuesto que Ryan propuso y la Cámara Baja aprobó en marzo de este año, 62% de los recortes, unos 3.3 billones (trillions) de dólares, provienen de reducciones a programas para personas de escasos recursos incluyendo Medicaid, las becas Pell Grant, y otros.

Y Ryan ni siquiera apela efectivamente al bloque de votantes cubanoamericanos porque ha votado al menos tres veces a favor de levantar el embargo contra Cuba. Y aunque su postura haya “evolucionado”, la acción sigue tratándose de un pecado capital entre sectores del voto cubano en el Sur de la Florida considerando particularmente que Romney pasó por alto para la mancuerna al joven y carismático senador Marco Rubio.

Con la selección de Ryan, Romney y los republicanos refuerzan esa imagen de antiinmigrantes y en consecuencia de antilatinos que no han querido sacudirse ignorando cuán definitorio es el tema migratorio para los votantes hispanos. Ryan no balancea las posturas extremas de Romney en el tema. Por el contrario, las refuerza.

Con la presencia de Ryan buscan apelar a la base más conservadora que esperan se entusiasme en cifras suficientes para compensar por la falta de votantes independientes y de minorías que parecen haber dado por perdidos.

Entre esas minorías están los votantes latinos que Romney y los republicanos siguen ignorando como al elefante blanco en medio del salón, pensando erróneamente que sólo con su base mantendrán su viabilidad nacional y sus posibilidades de ganar la Casa Blanca.

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