Pandillas, una pesadilla para El Salvador

El país enfrenta la tarea de cómo frenar a un aproximado de 100 mil pandilleros.

Miembros de la Mara Salvatrucha muestran sus cuerpos tatuados que hablan de su lealtad con la organización.

Miembros de la Mara Salvatrucha muestran sus cuerpos tatuados que hablan de su lealtad con la organización. Crédito: AP

San Salvador – El fenómeno de las maras o pandillas juveniles se han convertido en principal dolor de cabeza de autoridades y sociedad salvadoreña, un problema social que surge a mediados de la década de los 90, luego del fin del conflicto armado.

Lo que inició como pequeño grupos no muy violentos, ahora El Salvador enfrenta la tarea de cómo frenar a un aproximado de 100 mil pandilleros, responsables de muchos asesinatos y de extorsionar a miles de familias para sobrevivir.

Tras aprobarse en 2010, la Ley de Prescripción de Pandillas como una medida para combatir a estos grupos, ahora los mareros se esconden, migran de un lugar a otro y su vestimenta que los caracterizado es menos visible hoy, ya que son perseguidos por las autoridades.

Marginados y odiados por la sociedad por el derramamiento de sangre que han causado a millares de familias, ahora han pactado una tregua con la iglesia católica con el compromiso de no seguir matando ni delinquir y han perdido perdón a la sociedad.

En El Salvador, han surgido también algunas expresiones juveniles como los Emo y Punk, pero no se comparan con las maras que con su holgada vestimenta, tatuajes y salvajismo ha puesto de rodilla a todo un país.

El exguerrillero Raúl Mijango, quien junto con el obispo católico castrense, Fabio Colindres, son los actores principales de haber logrado con las dos principales pandillas rivales el cese de los homicidios y otros actos delictivos, dijo en entrevista con Notimex, que este problema es estructural.

Mijango, quien tiene esperanza que este proceso avance pese a la férrea oposición de algunos sectores como el gran empresariado, señaló que los jefes de la cliclas le han manifestado que “no somos guerrilla, lo que buscamos es sobrevivir”.

El exrebelde está consciente del salvajismo con que han actuado estas bandas en contra de los salvadoreños, pues muchos han asesinado con saña.

Sin embargo, consideró que algo hay que hacer para detener esta vorágine de violencia y por eso cree que la tregua que se ha logrado pactar es la oportunidad para ayudar a muchos jóvenes a salir de ese abismo.

“Este es un fenómeno social que tiene raíces profundas, de pobreza y marginación”, indicó Mijango, al afirmar que el país vive un nuevo conflicto, aunque esta vez los protagonistas son los mareros.

Señaló que la tregua que llegó a los 157 días, ha permitido salvar de la muerte a mil 300 personas, ya que los homicidios diarios han pasado de 14 a 5 diarios desde el pacto el 9 de marzo de este año. En El Salvador existen 100 mil pandilleros.

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