Tiembla la tregua pandillera

Detenidos pertenecientes a la pandilla M-18 en la cárcel de Quezaltepeque, en El Salvador.

Detenidos pertenecientes a la pandilla M-18 en la cárcel de Quezaltepeque, en El Salvador. Crédito: Fotos AP

LAS COLINAS, El Salvador/AP – Los estudiantes desaparecieron un jueves, el 21 de junio, y le tomó a la policía salvadoreña casi tres semanas descubrir la fosa común donde sus restos fueron enterrados.

En la horrífica escena, el 11 de julio pasado, un investigador de la policía ocultaba su identidad tras un pasamontañas por temor a represalias, mientras sacaba los restos de uno de los jóvenes. El menor de los cinco escolares tenía 15 años. Una de las madres lloraba mientras los cadáveres eran extraídos junto con sobras de comida y cubiertos. Cuadernos escolares fueron hallados cerca.

Un reclutador de una pandilla, dijo el investigador policial, trató de convencer a los jóvenes de unirse al grupo criminal usando un método usual: ofreciendo una cena, pastel y refrescos.

Cuando se resistieron, dijo, fueron asesinados.

El general David Munguía Payés, Ministro de Justicia y Seguridad Pública, y el subdirector de investigaciones de la Policía Nacional Civil, Héctor Mendoza Cordero, confirmaron que los asesinatos fueron obra de la Mara Salvatrucha, ó MS-13, una de las pandillas salvadoreñas que junto con Barrio 18, frecuentan zonas escolares para reclutar estudiantes casi siempre a la fuerza.

Seis meses después de que el gobierno salvadoreño avalara una histórica tregua entre esos dos poderosos y archirrivales grupos criminales, para reducir la terrorífica tasa nacional de homicidios, altos funcionarios públicos hoy se encuentran divididos sobre si el acuerdo realmente funciona.

A principios de marzo, MS-13 y Barrio 18, se comprometieron a poner fin a los asesinatos y a los reclutamientos forzados a cambio de mejores condiciones para sus líderes, que han dirigido el accionar de ambas pandillas desde la cárcel. El gobierno transfirió a 30 jefes de cada pandilla de la cárcel máxima seguridad de Zacatecoluca, apodada ‘Zacatraz’, a cárceles comunes, desde donde iban a impartir la orden de tregua para que sus subordinados en las calles la siguieran estrictamente.

Líderes de estas pandillas en Guatemala y Honduras están buscando que gobiernos de sus respectivos países avalen una tregua similar a ésta.

Pero el profesor Max Manwaring, del Instituto de Estudios Estratégicos de la universidad US War Army, en Pensilvania, dijo que “la tregua es una verdadera farsa. Creo que las pandillas tienen todo el control y han venido operando fuera de las cárceles por años”.

Carlos Ponce, criminólogo y politólogo de la Fiscalía General del Salvador, coincide: “las pandillas siguen operando, siguen las muertes, la violencia sigue galopando en el país, siguen los desaparecidos, mientras las pandillas avanzan en la estructura criminal. Yo apostaría mi dinero a que se siguen matando”.

El Ministerio de Justicia salvadoreño dice que la cantidad de homicidios registrados bajó de enero a agosto de este año en 34% (1,894 muertos comparados con los 2,874 asesinados durante el mismo período en 2011). Las cifras del estatal Instituto de Medicina Legal también registran un descenso similar de homicidios a un 31% (2,839 muertos en 2011 a 1.949) en los mismos meses.

El Ministerio de Justicia niega esa afirmación diciendo que sus cifras de desaparecidos se basan en casos investigados. Medicina Legal, por su parte, dice que ellos llevan un conteo de todas las denuncias de personas desaparecidas, pero que no tienen competencia para investigar los casos.

“Yo no confió en las cifras que da el ministro Munguía, más parece que son una manipulación de cifras, pero al final es irrelevante el tema, los muertos están, los desaparecidos siguen”, dice Ponce, el criminólogo de la Fiscalía.

Joel Nehemías Escalante Quevedo, alias La Rata, uno de los líderes del Barrio 18 detenido en la cárcel de Quezaltepeque, dijo que la decisión de iniciar la tregua nació tras el incendio de un autobús en el municipio de Mejicanos.

Ese incendio, según las autoridades, dejó 13 víctimas luego de que pandilleros de la MS-13 dispararan indiscriminadamente contra los pasajeros e incendiaran el vehículo.

Según Escalante, los líderes de las pandillas creyeron que si no le ponían un alto a la violencia las acciones iban a escalarse “ya que nuestra gente estaba desordenada en las calles”.

Los cuerpos de los estudiantes, encontrados en el barrio Las Colinas de esa ciudad, presentaban numerosas heridas de arma blanca en sus manos y brazos. Según el director del Instituto de Medicina Legal, José Miguel Fortín, las puñaladas reflejan que los jóvenes se defendieron de sus atacantes, pero que los asesinaron el mismo día que los desaparecieron.

“Jamás pensé que mi hijo hubiera terminado así”, dijo María, una de las madres, cerca de la fosa común localizada en una colina, mientras las lágrimas brotaban de su curtido rostro. “No entiendo, estos son unos salvajes, pero nadie quiere entenderlo, no hacen nada, pero este dolor le puede llegar a todos, son unos criminales”.

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