Fin del verano redefine a vendedores ambulantes de NY

Buhoneros no sólo desempolvan suéteres para el otoño, también el recetario familiar para cocinar los platos calientes de la temporada

Delfino Díaz se gana su dinero vendiendo tamales y bebidas calientes en El Barrio.

Delfino Díaz se gana su dinero vendiendo tamales y bebidas calientes en El Barrio. Crédito: Zaira Cortés / EDLP

Nueva York – El verano terminó y buhoneros no sólo desempolvan suéteres para el otoño, también el recetario familiar para cocinar los platos calientes que reemplazarán la fruta y el agua fresca.

Delfino Díaz, de 49 años y vendedor de El Barrio, comentó que a mediados de octubre se terminan la venta de helados, por lo que recurre a los tamales y bebidas calientes para ganar algunos dólares que lo ayuden a pasar la época de frío.

El vendedor, con más una década de dedicarse al oficio, lamentó que el verano “se pasara volando”, pues en invierno las ventas son bajas. “Es bien duro vender con frío y nieve, la gente no sale y apenas si se saca dinero para poner pan en la mesa”.

Díaz destacó que en el pasado fue trabajador de la construcción y que sabe de plomería, electricidad y carpintería, pero en los últimos años le fue difícil encontrar un empleo estable. “Hay días de frío en los que dejo la venta en la calle y me voy de jornalero para sacar un poco más de dinero. A veces es mejor eso que esperar horas por un cliente”.

Hortensia Soria, de 52 años, tiene más de 22 años vendiendo frutas y agua fresca en la calle 116 y la Avenida Lexington. Con los primeros días de frío, la comerciante inició la venta de sopa caliente y café.

“Se debe aprovechar los últimos días buenos y hacer un poco de dinero, porque después viene el mero frío que cala los huesos y entonces no se puede ni vender”.

Nicolás Tapia, un vendedor de mangos en el vecindario de Fordham en El Bronx, expresó que la fruta se sigue vendiendo hasta los últimos días de octubre. Después comienza una época difícil para muchos buhoneros. “Hay compañeros que se dedican a la venta de churros. Es lo más común cuando se va el verano”.

Aunque el otoño no es del agrado de muchos comerciantes, para algunos trabajadores latinos que se dedican a la repostería, representa una buena fuente de ingresos.

Manuel Ramírez, trabajador de un “Deli”, comentó que con el cambio de temperatura se incrementa el consumo de pan, desayunos y bebidas calientes. “Mucha gente quiere un lugar cálido para comer a gusto, hay más clientes y mucho chance de hacer horas extras”.

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