Padres que rechazan a sus hijos con discapacidad

Es natural que los padres sientan un nivel de rechazo cuando tienen hijos que nacen con alguna discapacidad, pero lo importante es que aprendan a manejarlo.

Cuando pensamos en los sentimientos que un padre debe profesar hacia su hijo, de inmediato nos viene a la mente el amor y la aceptación total a su persona. En un plano ideal esto sucede con mucha frecuencia e incluso, ocasiona que sólo encuentren perfección en ese ser.

La otra cara de la moneda refleja todo lo contrario: a esos papás que aun amándolo, experimentan rechazo hacia él, muchas veces sin conocer el origen y otras por una sola razón: el niño nació con discapacidad.

Ante los ojos de los demás, incluyendo a la familia misma, se trata de algo completamente anormal y de inmediato se pone en entredicho la calidad moral de la persona, que la mayoría de las veces carece de todo elemento para poder superar este sentimiento, y poder relacionarse adecuadamente con su hijo.

Lo primero que hay que comprender, dice la psicóloga y autora del libro “Tu hijo, tu espejo”, Editorial Grijalbo, Martha Alicia Chávez, es que la razón por la que un padre llega a sentirlo es “por su condición humana; es un ser humano con una historia personal, con limitaciones, con necesidades insatisfechas, con miedos, con conflictos.

Un padre puede sentir rechazo hacia un hijo, eso es verdad, por razones a veces muy simples y a veces dramáticas, pero mientras más claro esté ese sentimiento para el padre, y más pronto lo reconozca, podrá hacer algo para curarlo y dar paso al amor”.

El hecho de que un pequeño nazca con una discapacidad, equivale a experimentar una pérdida para los papás –explica el psicólogo Hans Olvera, investigador de la Universidad Iberoamericana-, debido a que ellos tenían la esperanza de tener a un hijo sano y ante esta situación es común que se sientan culpables, que responsabilicen al otro o a su herencia familiar de esta realidad.

A partir de este punto es comprensible el hecho de que quien lo vive no acepte por completo al chico, pese a que él es el menos responsable y merece el amor y las mismas oportunidades que cualquier otro niño.

Sin embargo, al dejarlo sin esa protección que ofrece el sentirse amado y aceptado, se corre el riesgo de colocarlo a la deriva ante los ojos de los demás.

Si sus propios padres no le brindan seguridad, soporte afectivo y moral, será muy fácil que algunas personas que lo rodeen abusen de esa condición y lo conviertan en una víctima de cualquier tipo de abusos, porque de hecho, como explica la autora, el niño “sufre, siente el rechazo y puede llegar a convencerse de que efectivamente algo está equivocado en él”, esto lo refleja y se vuelve más vulnerable en su contacto con el exterior.

Para un papá o una mamá que lo viven no es fácil detectar el comportamiento poco común que tienen hacia su hijo, a veces incluso, no tienen que decir una sola palabra, sino que es el lenguaje no verbal el que actúa, como los tonos de voz, los gestos, la mirada, la forma de respirar, las posturas y otros movimientos corporales, que suelen ser más explícitos, naturales y llenos de verdad, porque surge del inconsciente y permanece completamente fuera del control de la persona, es por eso que su impacto es mayor, por que muestran la verdad en todo su esplendor, para bien o para mal.

Y no se trata, agrega Martha Alicia Chávez, de negar el sentimiento, sino de reconocerlo, lo cual no se traduce en tener que decírselo a todo el mundo, “es un proceso personal. Duele y avergüenza pero es la verdad y también lo es que cuando lo reconoces, lo encaras y trabajas con él; tu sentimiento de rechazo hacia tu hijo puede cambiar drásticamente”.

La especialista recomienda de forma prioritaria la búsqueda de apoyo psicológico, para poder superar por completo este problema; así como la realización de un ejercicio que tiene fines terapéuticos que consiste en elaborar una carta, que evidentemente nunca se entregará al chico, pero que al padre le dará la oportunidad de expresar sus sentimientos hacia él, permitiéndose desahogarse. Posteriormente debe leerla en voz para conectar con ellos. Una vez que se ha realizado el ejercicio, es adecuado quemarla.

Cuando se logra entender que todas las personas tienen algo valioso que no solamente se refleja en lo físico, en lo intelectual ni en aquellas características a las que cada uno le da un valor agregado, sino en la oportunidad de aceptar las diferencias sin temor y con la mente y el corazón abiertos.

Plegarias para Bobby

Dirige Russell Mulcahy

Estados Unidos, 2009

Colaboración de Fundación Teletón México

“El principio de la paciencia empieza con uno mismo”

Bojorge@teleton.org.mx

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