¿De qué color somos?

Ya es hora de llamara al pan, pan y al vino, vino en cuestión de razas

Sociedad

Hace unos días cuando vi el documental Who’s Black in America? (¿Quién es negro en América?) no he dejado de pensar en el tema que analiza: la definición y auto-definición racial de gran número de estadounidenses y el prejuicio basado en el tono de piel entre los mismos afro-americanos.

La animadora del documental es Soledad O’Brien, la reconocida reportera y ancla del programa mañanero Starting Point en CNN. Soledad es hija de una cubana negra y de un australiano-irlandés blanco. Para nosotros ella luce latina. Una bella mulata clara, típica del Caribe hispanohablante, sobre quien se han escritos cientos de canciones y poemas.

Sin embargo, ella se auto-define como negra. Según ella, su madre le dijo una vez, “no dejes que nadie te diga que no eres negra”.

Y a lo largo del programa, varios de los entrevistados, en su mayoría hijos de parejas bi-raciales, hacen hincapié en que ser negro no tiene que ver con el color de la piel. Casi todos confiesan sentirse ofendidos si alguien les pregunta, “¿Qué eres?”

La palabra mulato,que se refiere explícitamente a una persona cuyos padres son uno blanco y otro negro, no se menciona en el programa. Aquí los afro-americanos la consideran un insulto por su etimología que se remonta a la época de la esclavitud.

Y con buena razón. La palabra mulato hace referencia a la mula, un animal híbrido, producto del cruce entre un caballo/yegua y un burro/a. Debido al racismo y a la posición subordinada de los esclavizados, en su mayoría negros, se asociaba el burro a la persona negra y la yegua a la blanca.

No que en América Latina hayamos superado los conflictos raciales impuestos por la colonización pero, al menos en el Caribe, con el pasar del tiempo la palabra mulato ha ido perdiendo su rancio aroma de desprecio e inferioridad congénita, hasta casi convertirse en símbolo de la “raza cósmica”, de la mezcla que es en sí la cultura latinoamericana.

Pero a diferencia de EEUU, en América Latina muchos se hacían de la vista gorda y eventualmente a los mulatos claros se les permitían “pasar” por blancos. De ahí viene el dicho “¿Y tu abuela dónde está?” —no había más que escarbar un poco en las raíces del árbol genealógico de alguna persona para descubrir una abuela o bisabuela negra.

En un país que a pesar de tener una creciente población multicultural y multiracial, sigue obsesionado en definirlo todo en blanco y negro, muchos jóvenes se sienten atrapados en un limbo racial que los traumatiza.

Quizás es hora de que al igual que los homosexuales rescataron y dieron dignidad a palabras anteriormente peyorativas, como “queer” y “pato”, los hijos de parejas bi-raciales, empezando con el Presidente Obama y Soledad O’Brien, llamen al pan, pan y al vino, vino y declarar con orgullo, así reconociendo a ambos padres y madres, “soy mulato”, “soy mulata”.

En esta nota

Opinión racial

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