Un preso y un carcelero comparten la Navidad
Tras las rejas —sin hijos ni coquito— Héctor Ortiz vive arrepentido su tormento
NUEVA YORK — Hace un mes nació Jayden, el primer hijo varón de Héctor Ortiz, pero él no pudo estar allí para recibirlo. Su pequeña Jaydalina, de 14 meses, está dando sus primeros pasitos, sin que él la sujete de la mano. El 15 de enero será su tercer aniversario de bodas, mas él sólo podrá hablar con su esposa Erica por teléfono.
Confinado por posesión de marihuana y violar su programa de rehabilitación, el conserje puertorriqueño, de 26 años, vive arrepentido su tormento. Esta será su primera Navidad tras las rejas de la correccional Vernon C. Bain Center de El Bronx.
“Esto implica mucho para mí, porque no podré estar con ellos”, admite resignado quien se vino a los 17 años de su isla, donde aún hoy viven sus padres y hermanos. “Me duele, pero como hombre tengo que aceptar lo que hice”.
Con la boca hecha agua, Ortiz recuerda los pasteles de hoja que hace la mamá de Erica, Marta Colón, y las noches enteras celebrando en familia. “Bebemos mucho coquito que mi suegra prepara en casa; también bailamos y tocamos conga”.
En la prisión no sabe bien qué le servirán. “Espero nos den buena comidita y que los oficiales nos den tiempo extra para recibir el año”.
Los días pasan lentos para que llegue el 15 de abril, cuando saldrá en libertad y recibirá su regalo navideño tardío.