Sandy y los latinos

Los trabajadores hispanos merecen mejor trato cuando ayudas en los desastres

Ecología

La primera oleada destructora de la supertormenta Sandy nos abrumó los sentidos con la furia del viento y el rugido de las olas.

La segunda es un enemigo silencioso, pero también potencialmente mortal: un legado tóxico que ha cubierto el devastado paisaje de las costas de Nueva York y Nueva Jersey con una capa venenosa de sustancias químicas, barros sépticos y el moho negro.

¿Y quién está en el frente lidiando con el legado tóxico de Sandy? Miles de trabajadores hispanos, en su mayoría indocumentados, atraídos por la enorme demanda laboral de la reconstrucción y dispuestos a trabajar “en lo que sea”. Sólo una pequeña minoría de ellos realmente comprende el gran riesgo que corren al exponerse a esta amenaza tóxica.

El escenario de este dantesco drama parece pintado por un artista macabro. Al retirarse las inundaciones, Sandy dejó tras de sí un cóctel letal compuesto de contaminantes químicos (como aceite de motor y anticongelante), desechos agrícolas (como pesticidas y herbicidas) y barros sépticos que pueden contener más de 100 tipos de bacterias, virus y parásitos.

Pero la vital contribución de trabajadores hispanos en reconstrucciones tras catástrofes nacionales no es nada nuevo. Y en demasiados casos, su recompensa ha sido explotación, devastadores daños a su salud o ambos.

Tras los ataques del 9-11, miles de trabajadores de limpieza, en su mayoría hispanos, laboraron durante semanas en el Punto Cero desconocedores de las sustancias tóxicas que les rodeaban, especialmente el polvo blanco que todo lo cubría. Hoy cientos de ellos han muerto o enfermado sin duda debido a las deplorables condiciones en las que trabajaron.

Cuatro años más tarde, unos 100,000 hispanos acudieron a la costa del Golfo de México atraídos por promesas de abundantes trabajos bien pagados en las labores de limpieza y reconstrucción tras el Huracán Katrina. Lo que encontraron en demasiados casos fue una explotación rampante o simplemente estafa por parte de sus patronos.

¿Hemos aprendido la lección? Todavía está por ver, pero vemos señales positivas en la respuesta a Sandy. La Secretaria de Trabajo, Hilda Solís, visitó a trabajadores migratorios en Staten Island, NY, para expresar su preocupación por ellos y para evitar “errores” del pasado.

Esta fuerza laboral móvil —que “trabaja más duro que cualquier otra”, en palabras de un contratista de Tuscaloosa, Alabama— lo menos que se merece es un trato humano y justo, y esperamos que la administración se asegure de ello.

Pero lo que también esperamos es que el Presidente Obama cumpla con su reciente promesa de atacar de una vez por todas la raíz de Sandy y tantas otras catástrofes climáticas: el calentamiento global. Sandy ha despertado las conciencias de millones de escépticos que dudaban del cambio climático.

Pero las encuestas no dicen que, desde mucho antes de Sandy, para la inmensa mayoría de los hispanos el cambio climático es una realidad que debemos combatir. En esto también hemos probado estar en la vanguardia nacional.

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