Reducción de gastos y deuda pendientes tras “abismo fiscal”

En febrero, el Congreso tendrá que votar para elevar el techo de endeudamiento del país y en marzo tendrá que retomar el debate sobre los recortes del gasto público

El presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., el republicano John Boehner (centro derecha) junto a Eric Cantor (centro izquierda) en una de las reuniones sobre el abismo fiscal en el Capitolio, Washington.

El presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., el republicano John Boehner (centro derecha) junto a Eric Cantor (centro izquierda) en una de las reuniones sobre el abismo fiscal en el Capitolio, Washington. Crédito: AP

Washington – Estados Unidos ha logrado evitar un “abismo fiscal” que lo hubiese sumido en una recesión este año, pero el Congreso, cuya 112 legislatura concluye hoy, no ha sido capaz de resolver asuntos clave como la reducción del gasto público y un alza en el techo de endeudamiento nacional.

Ambas Cámaras del Congreso aprobaron hoy, aunque en un ambiente de gran volatilidad, un plan fiscal que hace permanentes los recortes tributarios para el 98 % de los estadounidenses y el 97 % de los pequeños negocios, pero los aumentó para hogares con ingresos superiores a los $450,000.

Pese al acuerdo bipartidista, la 113 sesión del Legislativo comenzará mañana con un marcado nivel de desconfianza entre demócratas y republicanos, quienes tendrán que afrontar en breve asuntos como el aumento del techo de la deuda nacional y recortes al gasto público, que el Congreso postergó por otros dos meses.

A finales de febrero próximo, el Congreso tendrá que votar una medida para elevar el techo de endeudamiento del país y, según los expertos, los legisladores querrán evitar la debacle de agosto de 2011, cuando Estados Unidos estuvo cerca de caer en mora y la agencia Standard & Poor rebajó, por primera vez en la historia, la calificación de riesgo del país.

El lunes pasado, Estados Unidos alcanzó el límite de endeudamiento de $16.39 billones, y el Departamento del Tesoro notificó al Congreso que pondría en marcha “medidas extraordinarias” para impedir una cesación de pagos y la interrupción de las funciones del Gobierno.

Además, en marzo próximo, los legisladores tendrán que retomar el debate sobre los recortes al gasto público, por cerca de $110,000 millones, que quedó postergado tras el acuerdo pactado entre el Congreso y la Casa Blanca.

Esos masivos recortes automáticos al gasto público, acordados en 2011 como parte de un plan para reducir automáticamente el déficit, afectarán a todas las agencias del Gobierno federal, incluyendo el Pentágono, que ya sufrió recortes adicionales por $487,000 millones en febrero de 2012.

En el marco de las negociaciones para reducir el déficit y fortalecer la estabilidad fiscal de EE.UU., el Congreso también tendrá que reactivar el diálogo sobre las reformas al sistema de beneficencia social.

A esos desacuerdos se debe añadir la previsible confrontación, a finales de marzo, sobre la financiación de las operaciones del Gobierno federal, que hasta ahora se han mantenido en pie gracias a medidas presupuestarias temporales.

Según los observadores, el problema a largo plazo es que el Gobierno federal gasta más de lo que percibe en ingresos, lo que lo obliga a un mayor endeudamiento.

La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por si sigla en inglés) ha advertido de grandes problemas fiscales si el Gobierno no pone en marcha las debidas reformas para la próxima década.

Por ahora, ambos partidos no logran un consenso sobre cómo efectuarlas, y la aparente disfunción del Congreso en el último año ha sumido al Legislativo en los niveles más bajos de aceptación popular, según las encuestas.

El enfrentamiento entre demócratas y republicanos sobre cómo evitar el “abismo fiscal” dejó con una reducida influencia política al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien, al inicio de las negociaciones fiscales, se mantuvo firmemente en contra de aumentar los impuestos a los más ricos.

Aunque nadie pone en duda que Boehner se mantendrá en el cargo, la disputa fiscal lo ha dejado en una posición debilitada- él votó a favor del plan impositivo, pero Eric Cantor y Kevin McCarthy, los números dos y tres de la bancada republicana en la Cámara Baja, respectivamente, votaron en contra.

Aunque la mayoría de los republicanos en el Senado aprobó el plan fiscal -la votación final fue de 89-8-, en la Cámara baja el “sí” vino sólo de 85 republicanos, incluyendo al excandidato a la vicepresidencia de EE.UU., Paul D. Ryan.

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