Invertir es la palabra
El gasto público dirigido a infraestructura ayuda a la economía
Burbujas
La crisis económica se ha alargado más de la cuenta y hay unas preguntas que los economistas, que se supone saben de esto, deberían debatir públicamente. Y lo hacen solo a medias y siempre con temor a comprometerse.
¿Hay algo que no estamos haciendo bien, si pese a los esfuerzos, no logramos controlar la crisis?
Las preguntas que se debaten con: ¿Es conveniente reducir el gasto público o aumentarlo si esa acción puede acelerar la economía y crear empleos?
¿Sería mejor, en lugar de restringirlo, hacer obras públicas que, al tiempo que sean beneficiosas para el país, creen empleos aunque el endeudamiento del país aumente?
¿Preferimos que el pueblo se endeude, pierda sus casas y que sus hijos queden sin educación, a ampliar el nivel de endeudamiento del país?
Esta última parece ser una de las posturas políticas e que se defienden encarnizadamente.
Es importante que el estado invierta, que esa inversión active la economía. Existen muchas infraestructuras que urge sean reparadas, otras puestas al día.
Por ejemplo: La mayor parte de los puentes en el país necesitan urgente reparación; se habla de nuevas vías para trenes súper rápidos para aliviar los congestionamientos carreteros y bajar la contaminación, la modernización de puertos es importante, etc.
El dinero invertido en esto crearía empleos de inmediato. Esos empleos permitirían aumentar los consumos y estos a su vez acelerar la actividad económica.
Las dudas de cómo proceder no son solo nuestras. He leído en la prensa española que allá, donde el desempleo está arriba del 35% de la fuerza laboral, hay muchos que insisten que las medidas de restricción del gasto público son parcialmente responsables de ese paro; que no solo no ayuda, sino que lo agrava.
En Grecia el problema es parecido al de España, pero la economía de ese país tiene menos recursos para recuperarse que la española. Pero el apoyo económico que le brindó la Unión Europea tuvo como condición la restricción del gasto público; hay protestas generales algunas de ellas violentas, porque esa política repercute de inmediato en el pueblo, cuando hay una gran caída del ingreso personal.
Que el gasto público tiene algo que ver en esto está fuera de duda, solo que, como va siendo costumbre, un problema que es eminentemente económico es enfocado con ideología política y eso pocas veces lleva a resultados favorables.
Y como ejemplo de que invertir oficialmente sirve, me voy a remitir al caso más claro que existe. Y, para recordar, unas gotitas de historia.
Acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial allá por 1945. Europa estaba destrozada y sus pueblos en la miseria. Un ejercito soviético amenazante estaba en la capital de Alemania. Se pensó incluso que los rusos avanzarían más. Había temor de que ello condujera a la socialización del continente, dado a esa presencia de tropas comunistas en el centro de Europa le podía servir de apoyo. Había un enorme destrucción, un pavoroso desempleo además de los resentimientos naturales tras un conflicto tan severo.
Las perspectivas eran negras.
En junio 7 de 1045, el entonces Secretario de Estado George C. Marshall, habló en una presentación en Harvard, de una idea para rehabilitar los países de Europa: “Dar apoyo económico y político”.
El Plan Marshall tuvo un éxito excepcional. El ingreso bruto de los países participantes creció entre el 15 y el 25% en esos cuatro años y contribuyó enormemente al renacimiento de las industrias básicas.
Tenía el plan Marshall un doble objetivo, el político y el económico. El primero era detener el comunismo que florece en la anarquía y la pobreza y era apoyado por Rusia y el segundo reconstruir y echar a andar la economía europea.
¡Los Estados Unidos invirtieron miles de millones de sus propios recursos! Aportó en esos cuatro años unos 13,000 millones de dolares (de los de entonces) de ayuda económica con la que se recuperó la producción industrial y agrícola y renació la seguridad financiera.
Esos miles de millones permitieron el resurgimiento de Europa que condujo a lo que es hoy, aunque muchos en el viejo continente ya lo hayan olvidado.
Ahora cabe la pregunta: ¿Si existen esos antecedentes por que se pudo hacer cuando se trató de otros países y no se puede hacer cuando se trata del nuestro?
Una de las características de los Estados Unidos era “pensar en grande” y actuar en igual forma. Eso al parecer lamentablemente se ha perdido en la politiquería destructiva que padecemos.