Reforma Migratoria: los planetas están alineados

En el caso de la reforma migratoria hay dos instancias que han sido claves para un movimiento mejor organizado y que marca una diferencia con los debates previos.

El primero es el salto de los Soñadores a la palestra nacional. Con su estrategia de salir del armario como indocumentados y una fresca y agresiva actitud de enfrentar sin miedo a los líderes políticos, los Soñadores emergieron triunfantes de las cenizas de la derrota del DREAM Act en el Congreso en el 2010 y finalmente obligaron a la administración de Barack Obama a concederles un amparo temporal de la deportación en tanto se aprueba una reforma.

Con esta acción los Soñadores resucitaron el debate migratorio y salvaron al presidente y a los demócratas de sí mismos y de llegar a la elección general de 2012 sin ninguna acción migratoria positiva que balanceara el terrible récord de deportaciones.

El segundo elemento definitorio fue la estelar participación electoral de los votantes latinos en los comicios del 6 de noviembre gracias a las intensas campañas de movilización de diversas organizaciones y gracias también al entusiasmo que generó entre muchos votantes el que Obama amparara a los Soñadores de la deportación.

Aunque en cada ciclo electoral hay evidencias del creciente poder político de los latinos, la elección de 2012 fue definitoria y manifestó ese poder en su máximo esplendor.

La semana pasada, cuando el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) detuvo y trató de deportar a la madre y al hermano de Erika Andiola, una activista nacional de los Soñadores, la movilización nacional fue tan inmediata y efectiva que se logró una acción diferida del proceso de deportación. En pasados años la administración habría dicho que las leyes son las leyes.

Aunque siga mencionándose como talking point entre diversos sectores, la realidad es que la frontera está más segura que nunca antes, la cifra de cruce de indocumentados ha disminuido, y los recursos destinados a la frontera y a labores migratorias policiales ascienden a miles de millones de dólares. Un reciente análisis del Instituto de Política Migratoria (MPI) concluyó que la presente administración destinó $18 mil millones en 2012 a labores mi gratorias policiales y de seguridad fronteriza, más que los presupuestos de agencias federales como la DEA o el FBI.

La reforma migratoria trae a la mesa a una serie de diversos actores: religiosos, sindicatos, empresarios, agentes del orden público, activistas y políticos con diversos intereses. En esta ocasión el denominador común emergente es una solución para los 11 millones de indocumentados. Unos quieren ciudadanía, otros legalización sin ciudadanía; otros quieren que sea en un sólo proyecto, y otros que sea en varios.

Pero cuando se parte, de entrada, de buscar una solución migratoria para los 11 millones de indocumentados, se ha adelantado un mundo.

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