Reportan 600 casos de tocones en el tren

Estos delitos aumentaron 15% en la primera mitad del 2012 y, según la Policía, los protagonistas de al menos 30 casos fueron hispanos

Según estadísticas de NYPD, en la primera mitad de 2012 hubo 15% más de delitos de manoseo en la ciudad que en  2011.

Según estadísticas de NYPD, en la primera mitad de 2012 hubo 15% más de delitos de manoseo en la ciudad que en 2011. Crédito: AP

Nueva York — Zenaida aún recuerda con repugnancia y estupor su experiencia con un tocón en el metro de Nueva York.

Ella viajaba en la línea 6 hace tres meses cuando cerca de la estación de Grand Central, un hombre se le acercó y la manoseó inapropiadamente.

“Después, se quedó mirándome de manera desafiante, como remarcando su condición de macho”, dijo Zenaida, quien prefiere ocultar su nombre real. “Sentí miedo y no me atreví a salir del vagón a denunciarlo. Lo peor es que gente se dio cuenta de lo que pasaba y tampoco hizo nada”.

De acuerdo con estadísticas de la Policía (NYPD), en la primera mitad de 2012 se recogieron 873 reportes de tocones, 15% más de los 757 del año anterior en el mismo periodo.

NYPD no recoge estadísticas por etnia. Sin embargo, basados en las denuncias difundieron en 2012 y que son sólo una pequeña fracción del total, los protagonistas de al menos 30 casos fueron hispanos.

La mayoría de los episodios suceden en el metro, como le ocurrió a Zenaida. Pese a la campaña de la Agencia Metropolitana de Transporte (MTA) contra estos crímenes, unos 600 incidentes de este tipo al año tienen lugar en este medio de transporte.

El más reciente ocurrió hace unas dos semanas, cuando Andrés Lara, de 25 años, fue fotografiado tras presuntamente tocar los glúteos a una hispana de 27 en la estación del tren 7 en Queensboro Plaza. Por la denuncia y gracias a la imagen, Lara fue arrestado y hoy habrá una audiencia judicial de su caso.

Margarita, otra víctima hispana de delito sexual que prefirió ser identificada por un seudónimo, detalló que vivencias similares en su país le ayudaron a afrontar estas situaciones de otra manera.

“En Colombia tuve varias experiencias humillantes y me quedé callada, porque era muy joven y sentía miedo”, relató. “Sin embargo, cuando un latino me tocó en el tren R de Nueva York, no me corté y le di un codazo fuerte que lo mandó para atrás”. No obstante, no lo denunció porque llegaría tarde a su trabajo, dijo.

El hecho de que varios de estos casos sean perpetrados por hispanos plantea la interrogante de si en los países de estos inmigrantes este comportamiento no es reprobable.

José Ferrán, mexicano que reside en Nueva York hace nueve años, lo atribuye a la naturaleza “machista” de muchos hombres latinos.

“Cuando éramos adolescentes mis amigos y yo en el D.F., tocar una mujer en las partes traseras, sin pasarse, estaba visto como un halago”, contó Ferrán, que ahora tiene 44 años. “Quitarnos esa mentalidad cuesta mucho”.

La socióloga Ramona Hernández, directora del Instituto de Estudios Dominicanos de la City University of New York, echa por tierra esta noción.

“El concepto jurídico y social de que el manoseo sexual está mal es el mismo aquí como allá”, expresó.

“No es justo demonizar a la cultura hispana en ese aspecto, porque hombres indeseables hay en todas partes”.

Según datos que Hernández maneja, 97% de los países de Latinoamérica y El Caribe cuentan con leyes que penalizan la violencia sexual y de género, incluyendo el manoseo inapropiado y no consentido.

A su juicio, las hispanas aplican mecanismos distintos para bregar con los tocones en sus países.

Cuando “un varón indeseable las toca, le lanzan una mirada que lo parte en cuatro y en la mayoría de los casos todo se queda ahí”, explicó. “En Estados Unidos, hay una cultura arraigada en la protección de los derechos; por ello en las latinas que llevan tiempo aquí penetra el concepto de que el proceso judicial y social va a funcionar si denuncian al manoseador”.

El sociólogo Javier Esperanza ofrece una visión algo distinta a la de Hernández. “Aunque haya leyes que protejan a las mujeres en la mayoría de los países latinoamericanos, la realidad es que la gente de las zonas precarias las desconocen. Ese desconocimiento lo traen cuando llegan a Estados Unidos”, explicó.

El machismo y el abuso son algo que aún impera en nuestra cultura, opina, “aunque hay luz al final del túnel como demuestra que Chile, Argentina y Brasil tengan o hayan tenido presidentas”.

Cándida Portugués contribuyó en este reportaje.

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