Escándalo empaña su legado

Benedicto XVI anunció su renuncia ayer  durante una reunión con cardenales.

Benedicto XVI anunció su renuncia ayer durante una reunión con cardenales. Crédito: aP

CIUDAD DEL VATICANO — Benedicto XVI, cuya misión era reavivar el cristianismo en una Europa secularizada, se topó en cambio con la tarea monumental de purgar la Iglesia de un escándalo de abusos sexuales que creció durante el papado de Juan Pablo II y que le estalló en las manos, siendo la crisis más grande de la Iglesia en las últimas décadas, si no siglos.

Más recientemente, Benedicto XVI cargó con el peso doloroso de la traición de uno de sus colaboradores más cercanos: su propio mayordomo, quien fue hallado culpable por un tribunal del Vaticano de robar documentos personales del pontífice para dárselos a un periodista, una de las filtraciones de seguridad papal más graves de los tiempos modernos.

Al mismo tiempo, Benedicto XVI prosiguió su visión inquebrantable de reavivar la fe católica en un mundo que, como él se lamentaba con frecuencia, parecía creer que puede prescindir de Dios.

“En numerosas partes del mundo de hoy, hay un extraño olvido de Dios”, dijo a un millón de jóvenes reunidos en un campo enorme de Colonia, Alemania, en 2005, durante su primer viaje al extranjero como Papa.

Con algunas medidas decisivas y a menudo controvertidas, Benedicto XVI trató de recordarle a Europa de su herencia cristiana y de colocar a la Iglesia Católica en un camino tradicional, que a menudo alejó a los progresistas y emocionó a los conservadores.

Sin embargo, su papado estará vinculado para siempre a los escándalos de abusos sexuales.

Durante el curso de unos pocos meses en 2010, miles de personas en Europa, Australia, Latinoamérica y otros lugares denunciaron que sacerdotes los habían violado y agredido sexualmente cuando eran menores, y que los obispos habían ocultado esos delitos.

Varios documentos revelaron que el Vaticano estaba al tanto de los problemas pero durante décadas se hizo de la vista gorda, e incluso en algunos casos rechazó a obispos que trataron de hacer lo correcto.

Benedicto se reunió con víctimas de todo el planeta, lloró y oró con ellas. Prometió que la Iglesia tenía que “hacer todo lo posible” para asegurar que esos crímenes no volvieran a ocurrir jamás.

Pero Benedicto nunca admitió ninguna falla personal o que el Vaticano hubiese hecho algo indebido.

Para descontento de las víctimas, nunca tomó medidas contra los obispos que ignoraron u ocultaron el abuso de los obispos o trasladaron a pedófilos conocidos a otros cargos, donde abusaron de menores nuevamente.

Algunas de las iniciativas duraderas de Benedicto como papa “las acciones por las que será recordado” se concentraron en restaurar la práctica tradicional del catolicismo en el siglo XXI. Fue un intento por corregir lo que consideraba una interpretación errónea del Segundo Concilio Vaticano, las reuniones celebradas entre 1962 y 1965 que llevaron a la Iglesia Católica al mundo moderno.

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