Benedicto XVI: ¿Culpable o no y de qué?

Tras la noticia de su renuncia, se levantan voces que piden un cambio y transparencia en la iglesia

Cuando el papa Benedicto XVI informó este lunes que renunciaba, hubo un lamento a nivel mundial; unos hablaron de que extrañarían su mirada dulce, sus palabras de aliento, sus esfuerzos para unificar la iglesia, su compasión… Pero hay otras voces que en programas radiales y redes sociales se expresaron esperanzados en que ahora, finalmente, la iglesia seleccione a un líder fresco, que en nada esté vinculado a los casos de pederastas.

Y es que para esas voces, ninguna obra de las que ha realizado Benedicto XVI durante sus casi 8 años de pontificado es capaz de redimirlo por sus años de inacción ante las miles de denuncias de abusos sexuales por parte de feligreses de diversas iglesias alrededor del mundo.

Inacción como la que se evidencia en el documental “Mea Maxima Culpa: Silence in the House of God”, que la cadena de televisión por paga HBO emite desde el pasado lunes 4 de febrero. Este muestra cuan ineficaz es un sencillo “perdón” para sanar a los abusados sexualmente por sacerdotes. En específico presenta a los inocentes incapacitados que estuvieron años sufriendo en el más extremo silencio por temor, por vergüenza, por opresión, por un pecado que no les pertenecía.

Este trabajo, dirigido por Alex Gibney, se enfoca en el caso del padre Lawrence Murphy, quien falleció sin haber pagado -al menos públicamente- por los cerca de 200 abusos sexuales que le imputan estudiantes del Colegio para sordos St. John, en Milwaukee. De la mano de varias de sus víctimas, el documental muestra todos los pasos que se fueron dando para que la iglesia Católica tomara acción, para que removieran a este pederasta y que se protegieran otras vidas. Pero el milagro, al menos en la forma que lo esperaban quienes sufrieron ese calvario en vida, nunca llegó.

Todas las peticiones quedaron enmudecidas sobre el escritorio del entonces cardinal Joseph Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI, para quien lo principal, se alega, era liberar a la iglesia de un escándalo.

Lo mismo ocurrió con el padre Marcial Maciel, el mexicano fundador de los Legionarios de Cristo y discípulo amado del fallecido papa Juan Pablo II. Este murió en el 2008 y tampoco pagó -ante la justicia de los hombres- por haber abusado de menores, mantener relaciones con dos compañeras sentimentales y tener al menos seis hijos.

Se mantiene vivo en el recuerdo que dos años antes de su muerte, siendo papa Benedicto XVI, ordenó la cancelación de la investigación contra Maciel y le ordenó el retiro del sacerdocio público para que se dedicara a una vida de “oración”.

También hay quienes todavía no entienden por qué el pasado diciembre el Santo Padre indultó a su exmayordomo Paolo Gabriele, luego de que este fuera condenado a 18 meses de cárcel por el robo de documentos confidenciales del Pontífice (caso conocido como Vatileaks). Entre esos documentos había cartas que denunciaban ante el Papa supuestos esquemas fraudulentos en las finanzas El Vaticano.

Hay quienes dicen que su mayor pecado ha sido la inacción, otros que perdona demasiado, otros lo juzgan como indiferente y para algunos, tal vez sus manos estaban atadas.

¿Culpable de qué? El tiempo dirá.

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