Píldora venenosa de los trabajadores invitados

El debate de la inmigración también gira en torno a traer al país cientos de miles de trabajadores temporales extranjeros.

El debate de la inmigración también gira en torno a traer al país cientos de miles de trabajadores temporales extranjeros. Crédito: Archivo / EFE

Los agentes de la Patrulla Fronteriza combaten un peligro primitivo en la frontera EE.UU.-México. Los contrabandistas dan a algunos niños unos pocos pesos para que tiren piedras y pedazos de hormigón a los agentes a fin de distraerlos. Mientras tanto, los contrabandistas entran su carga ilícita en los Estados Unidos.

En Washington, legisladores de ambos partidos utilizan una estrategia similar cuando estructuran las propuestas para una reforma migratoria. Echan un artículo incendiario, que saben será controvertido, para así desviar la atención del elemento realmente esencial. Los estadounidenses caen en esta trampa siempre. Estamos ignorando el asunto del que deberíamos estar hablando.

¿Qué les importa a los políticos? Ya saben la respuesta. Siempre se trata del dinero. Los demócratas obtienen dinero de los sindicatos y los republicanos, de las empresas. Esos son los intereses que se protegerán.

En el Senado, un grupo de legisladores de ambos partidos propone tomar cuatro medidas: determinar un camino a la ciudadanía para inmigrantes ilegales; facilitar la retención de los inmigrantes altamente especializados; incrementar las restricciones y penas para los empleadores que contraten inmigrantes ilegales; y crear un programa de trabajadores temporales.

En la Cámara, otro grupo trabaja en una propuesta similar.

Y finalmente, la Casa Blanca está circulando un borrador de su propia propuesta migratoria, que parece adoptar una línea más dura de lo que se esperaba. El plan concedería a los inmigrantes ilegales la oportunidad de evitar la deportación convirtiéndose en un “Futuro inmigrante legal”. Pero los inmigrantes tendrían que solicitar esa categoría y no se la concederían automáticamente, como algunos han pedido. Tampoco el camino para obtener una tarjeta verde sería tan rápido. Una vez cumplido el proceso, estamos hablando de entre 10 y 13 años para que un inmigrante ilegal se convirtiera en ciudadano.

Naturalmente, de lo que habla todo el mundo es del camino a la ciudadanía.

Sin embargo, el factor realmente decisivo —el plan para trabajadores invitados— no está obteniendo mucha atención. El debate de la inmigración no gira en torno a la seguridad de la frontera. Gira en torno a la idea de traer al país cientos de miles de trabajadores temporales extranjeros para realizar lo que George W. Bush llamaba las “tareas que los estadounidenses no desean realizar” —principalmente en establecimientos agrícolas.

Para los políticos, el dinero está en los trabajadores invitados. Los sindicatos quieren eliminar la idea y las empresas quieren salvarla. Y ambos bandos están preparados para gastar una fortuna a fin de salirse con la suya.

Lo hemos visto antes. En 2007, el senador Byron Dorgan, demócrata por Dakota del Norte, propuso una enmienda cuyo objetivo era que no se aprobara la propuesta de una reforma migratoria, mediante la exclusión de las cláusulas que pedían trabajadores invitados. Los que seguían el proceso comprendieron que esa exclusión eliminaría el apoyo de los republicanos y que los demócratas estaban divididos, careciendo así de los votos necesarios para llevar la propuesta a la meta final solos.Y por supuesto, la propuesta de ley no se aprobó.

Seis años después, lo que falta en el plan de la Casa Blanca es toda mención a los trabajadores invitados.

Entre los que votaron a favor de la enmienda de Dorgan se encontraba el joven senador Barack Obama. A pesar de las promesas, Obama estuvo en contra de la reforma migratoria entonces y ahora no está hablando en serio sobre el asunto.

© 2013, The Washington Post Writers Group

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