Impera el desacuerdo sobre recortes

Los senadores demócratas Patty Murray (D-Wash.), Harry Reid (Nev.),  Charles Schumer (D-N.Y.), y  Richard Durbin (Ill.) defendieron ayer su plan presupuestario.

Los senadores demócratas Patty Murray (D-Wash.), Harry Reid (Nev.), Charles Schumer (D-N.Y.), y Richard Durbin (Ill.) defendieron ayer su plan presupuestario. Crédito: ap

Washington/EFE — Los demócratas y los republicanos están totalmente de acuerdo en que hay que imponer disciplina en el gasto del Gobierno Federal para reducir el déficit y aliviar la carga de la deuda.

La disputa que hoy tiene al país al borde de otra crisis no es sobre la reducción de gastos sino sobre cuáles gastos serán reducidos.

El presupuesto del Gobierno Federal contiene dos tipos de gastos: los compromisos o “gastos obligatorios”, y los “gastos discrecionales” por los cuales que cada año pelean el Congreso y el poder Ejecutivo.

Uno de los gastos obligatorios mayores es el programa de Seguro Social, que requiere el 22 % de los recursos del Gobierno federal.

Creado en la década de los 30, cuando la expectativa de vida era de 57 años, el Seguro Social se ha tornado en una carga cada vez más pesada a medida que se extiende la expectativa de vida y llegan a la edad de jubilarse los nacidos entre 1946 y 1964, cuando hubo una explosión demográfica.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos se lleva alrededor del 23 % del gasto federal y casi el 90 % de sus fondos están comprometidos en programas como Medicare (para gastos médicos para ancianos), y Medicaid (para gastos médicos para los pobres).

Medicare es, al igual que el Seguro Social, políticamente intocable: los estadounidenses creen que el “contrato social” básico de su nación incluye que al final de la vida tienen derecho a recibir los beneficios para los cuales contribuyeron cuando trabajaban.

Los demócratas, que fueron quienes instituyeron estos y otros programas de asistencia social, se resisten a recortarlos. Los republicanos, que los ven como instrumentos de estatismo y socialización, quisieran reducirlos.

El pago de intereses de la deuda nacional -que suma unos 16 billones de dólares y equivale a más del 100 % del producto interior bruto- se lleva entre el 7 y el 9 %.

El pago de las deudas y otras obligaciones, como los subsidios prometidos a los agricultores, absorben un 13 % adicional.

El Pentágono, al término de una década de guerras, tiene asignado casi el 19 % de los dineros del Gobierno Federal, pero sólo alrededor del 10 % de ese dinero es “gasto obligatorio”.

Lo cual deja una ancha tajada para reducciones, según lo ven los demócratas. Y cualquier recorte del gasto militar es anatema para los republicanos.

Solo el 17 % del presupuesto de gastos del Gobierno Federal es, mayormente, gasto discrecional, y casi todo ello blanco de las ansias ahorristas de los conservadores y los republicanos.

El mecanismo que entrará en vigencia hoy no recorta las partidas presupuestarias y no resuelve las disputas entre republicanos y demócratas.

Lo que hace es que desde hoy y hasta el 30 de septiembre todo el Gobierno debe disminuir sus gastos.

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