La Campaña de los Niños

Le doy gracias a Dios por las sonrisas y lágrimas, por la valentía y el temor, de nuestros hijos. Nos enseñan lo que significa ser seres humanos. Eso es de suma importancia porque la injusticia y la opresión siempre vienen acompañadas por la deshumanización de sus víctimas.

Cuando me arrestaron, un poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, a los indocumentados nos consideraban posibles terroristas, una bola de Bin Laden mexicanos. Tuvimos que luchar fuerte para decir quiénes somos en realidad.

Con el transcurso del tiempo, nuestra imagen se transformó en criminales que pretenden robar los empleos de los norteamericanos y apoderarnos del “sueño americano”. Decían algunos que éramos verdaderos delincuentes y otros que estábamos introduciendo enfermedades en el país.

Al fin reconocieron que éramos madres y padres que estábamos intentando criar a nuestros hijos. Eso lo reconocieron cuando pudieron ver las lágrimas, sonrisas, temores y valentía de nuestros niños.

A los que viajaban desde Centroamérica, pasando por México para estar con sus familias en los Estados Unidos, al principio los llamaban moscas en el tren “La Bestia”. Cuando bastantes de estos migrantes fueron asesinados junto con sus hijos, México empezó a despertar. También fueron los niños que nos obligaron a reconocer la humanidad que compartimos con ellos.

Los que nos conocen mejor y a nuestras luchas, los latinos en los Estados Unidos que han atravesado luchas parecidas, reconocen nuestra humanidad y los lazos que tienen con nosotros. Nos hemos convertido en un solo pueblo y como fuimos aumentando numéricamente, hemos ganado respeto en la vida política de los Estados Unidos.

Ahora tenemos una última “etiqueta” que quitarnos: la de ser títeres políticos en las batallas entre demócratas y republicanos. La mayoría de los políticos en Washington aún no nos ven como seres humanos sino como un “asunto” que tienen que manejar para ganar apoyo político.

¿De qué otra manera podemos explicar la actitud de un presidente que sigue deportando del a las mismas personas que dice que desea legalizar? ¿De qué otra manera podemos explicar las propuestas perversas de los republicanos que les sirven solo para proteger su imagen, y los intentos de algunos demócratas de matar el intento de reforma simplemente para ganar una ventaja sobre sus contrincantes republicanos? Actualmente se enfocan en quien recibe el crédito y a quien le pueden culpar por el fracaso.

Debemos volver a los niños para encontrar el sendero que nos conduce a las nuevas batallas para arreglar las leyes descompuestas de la migración. La Campaña de los Niños apenas comienza esta semana con la recopilación de cartas de hijos de indocumentados en ambos lados de la frontera, cartas que se van a presentar al presidente y a los líderes del Congreso.

Son niños ciudadanos de los Estados Unidos que viven en México porque sus padres o madres o ambos han sido deportados, suceso que a menudo los separa de otros miembros de sus familias que siguen viviendo en los Estados Unidos. Y también son los 4 millones de niños ciudadanos y los millones de jóvenes “soñadores” que viven todos los días con el temor de ver destrozadas a sus familias. Viven en esta situación mientras que todos los días se deportan a 1,100 personas.

Es una tarea dura que pedimos de nuestros hijos y jóvenes, la de contar sus historias. Pero yo creo que al fin y al cabo, los fortalecerá. Han obligado a toda una nación a vernos como seres humanos, atrapados en las vueltas de la economía global, y ahora pueden ayudarles a los políticos a que vean que no somos simplemente peones en sus juegos de ajedrez.

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