Tan soñadora como los inmigrantes

La abogada Lauren Burke, izq. fundó ATLAS para ayudar a inmigrantes que llegaron a NY de pequeños.  Aquí, con Martina Carrillo, presidenta de la organización.

La abogada Lauren Burke, izq. fundó ATLAS para ayudar a inmigrantes que llegaron a NY de pequeños. Aquí, con Martina Carrillo, presidenta de la organización. Crédito: Fotos: cortesía

Está el muchacho guatemalteco que llegó a Estados Unidos cuando tenía dos años junto a sus padres a través de México y la joven de Bangladesh que a los 14 ingresó con visa de turista y cuya familia nunca más se fue. También el que apenas tenía cinco cuando pasó los controles migratorios con un pasaporte falso conseguido por su tío en Haití y que no ha vuelto a Puerto Príncipe desde entonces.

Provienen de todas partes y sus historias son bien diversas, pero todos han entrado a este país siendo menores que seguían los designios de sus padres, en el mejor de los casos, o utilizados por quienes manejan cadenas de tráfico humano. Se han convertido en americanos sin serlo oficialmente, dado que es éste y no otro el país, al que reconocen como su casa y es el inglés el idioma que hablan con más naturalidad y sin vestigios de aquella otra lengua del lugar donde nacieron.

Un domingo, algunas semanas atrás, varios conversaban y reían como cualquier grupo de adolescentes; olvidándose por un rato de los sin sabores que les ocasiona su estatus inmigratorio y aprendiendo cuáles son sus derechos como indocumentados. “Aquí vuelven a ser tratados como lo que son, humanos. Aquí, les arrancamos ese rótulo de ‘ilegales’ que les han hecho creer que llevan colgado y vuelven a ganar confianza en sí mismos y a ver su situación de otra manera. Aquí se dan cuenta de que no están solos y de que podemos ayudarles”.

Quien habla es Lauren Burke, 29, una abogada chispeante y llena de energía y la fundadora de ATLAS,DIY -las letras iniciales de Do it Yourself y de Developing Immigrant Youth- la organización sin fines de lucro que dirige desde 2012 en Sunset Park, Brooklyn, para ayudar a los inmigrantes más jóvenes de la ciudad.

“La mayoría de la gente nunca piensa en ellos. El estereotipo del inmigrante es un adulto, probablemente mexicano, que vino de grande y que no habla inglés. Ese es sólo un tipo de inmigrante. En ATLAS nos enfocamos en quienes llegaron bien pequeñitos a veces con padres que desconocen totalmente las consecuencias inmigratorias de traer a sus hijos a Estados Unidos”.

De cara lavada, sonrisa fresca y cabellos rojizos como brasas, Lauren parece una adolescente más y se mezcla con los aproximadamente 150 jovencitos de 14 a 24 años a los que llama “nuestros clientes.” Allí, en la sede de ATLAS que opera en un lugar confidencial para que los muchachos se sientan más seguros y a resguardo de cualquier redada o visita no solicitada de las autoridades migratorias, Lauren lidera a un grupo de voluntarios y a un personal compuesto por varios inmigrantes. Todos son jóvenes, incluso algunos miembros de la Junta Directiva.

Además de recibir asesoría legal gratuita, los muchachos que se acercan a ATLAS pasan a ser parte de una comunidad donde, contrariamente a lo que han hecho casi toda su vida, esconder su situación y no hablar con nadie de cómo llegaron a esta ciudad, pueden abrirse y dialogar sin tapujos, sin ser juzgados.

ATLAS es una cooperativa donde todos dan. “Cada uno aporta algo; una muchacha a la que se le está ayudando a que consiga su visa T -la que pueden obtener quienes han sido victimas de tráfico humano- nos ayuda trabajando algunas horas como recepcionista y otro de los jóvenes hace de babysitter para los clientes que ya tienen hijos y no tienen con quién dejarles mientras están en ATLAS. Ya tenemos mas de 1,000 horas donadas por nuestros propios miembros desde que abrimos”, afirma.

Desde que el presidente Obama aprobó la DACA –Deferred Action as a Chilhood Arrival- ATLAS ha ayudado a muchos “dreamers” a llenar solicitudes y presentar su aplicación. Lauren afirma que aún hay muchos jóvenes que pudiendo aplicar no lo hacen.

“Aún hay miedo sobre lo que pueda suceder de aquí a dos años. Nosotros no forzamos a nadie, simplemente los ayudamos a repasar los pros y los contras y dejamos que cada cual tome su propia decisión. Lo que siempre hacemos es unir a un jovencito que tiene miedo –quizás porque tuvo un problema menor con la ley en el pasado con otro que experimentó lo mismo y ya lo superó. Eso nunca falla. Son los mismos chicos los que se ayudan entre sí”. ATLAS ofrece representación legal y también clases de yoga, actuación y hasta un CAMP –College Access for Migrant People- liderado por la propia Lauren en Massachusetts, su estado natal, en el que enseña a jóvenes inmigrantes las bellezas del paisaje y todo sobre el proceso de aplicación a universidades.

“Me identifico con los chicos que vienen y a pesar de que nunca voy a sentir lo que se siente ser un indocumentado tengo los mismos sueños que ellos: Que se apruebe el DREAM Act y que puedan vivir tranquilos aquí en su país, en su casa”.

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