Medida sobre gaseosas es discriminatoria

La propuesta del gobierno de la Ciudad de Nueva York de prohibir las sodas o gaseosas en envases de gran tamaño ha dado lugar a una gran controversia sobre el “estado sobreprotector” (conocido en inglés como nanny state) y acerca de la participación y los motivos que llevaron a varias organizaciones sin fines de lucro, incluida la nuestra, a apoyar u oponerse a esa prohibición.

La propuesta ha desatado un importante debate sobre una de las más graves amenazas de salud pública de nuestros tiempos: la creciente epidemia de obesidad. Desafortunadamente, hasta la fecha esa conversación se ha desarrollado de manera tal que divide, en lugar de unir a quienes tienen la responsabilidad de abordar este tema.

La Hispanic Federation se opone a la prohibición propuesta porque resultaría discriminatoria e ineficaz. La decisión dada a conocer la semana pasada por la Corte Suprema del Estado de Nueva York confirmó nuestras inquietudes acerca de los efectos desproporcionadamente negativos que tendría la medida en determinados pequeños negocios, un gran número de los cuales son latinos.

La prohibición habría permitido que los supermercados y las grandes tiendas pertenecientes a cadenas comerciales vendieran gaseosas de todos los tamaños, pero habría impedido que las bodegas, en su mayoría propiedad de pequeños comerciantes latinos, hicieran lo mismo.

Nuestra ciudad requiere un plan mejor, que aplique un enfoque integral para resolver el problema de la epidemia de la obesidad. Basándonos en nuestros muchos años de experiencia en programas y campañas de promoción de la salud junto a nuestras organizaciones comunitarias, creemos que la mejor manera de combatir la obesidad consiste en aplicar una estrategia multifacética que enfocada en educación, ejercicios y compromiso.

Sabemos que los hábitos de vida que se adquieren en las etapas de desarrollo de los niños y jóvenes con frecuencia se convierten en comportamientos para toda la vida que son muy difíciles de modificar.

Las escuelas e instituciones comunitarias deben brindar mucha más educación en materia de nutrición y hábitos de alimentación sanos. Las escuelas deben garantizar que nuestros niños hagan ejercicios todos los días. Lamentablemente, las clases de educación física han sido eliminadas en muchísimas escuelas de la ciudad de Nueva York. Debemos comprometernos a promover modos de vida saludables mediante un enfoque que involucre activamente al gobierno, el sector privado, el mundo académico y las organizaciones comunitarias. Ningún sector por sí solo puede dar todas las respuestas.

Convocamos a todos los neoyorquinos de buena voluntad a que se unan a nosotros y formen parte de un movimiento real que busque y logre soluciones importantes con respecto a la reducción de nuestras tasas de obesidad.

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