El doble closet de ser gays e indocumentados

Dentro del movimiento de los 'dreamers' surge una lucha por los homosexuales

Imelda Plasencia (centro), coordinadora del grupo de 'dreamers' y LGBT, trabaja con algunos estudiantes que son miembros de esas comunidades en el centro estudiantil-laboral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Imelda Plasencia (centro), coordinadora del grupo de 'dreamers' y LGBT, trabaja con algunos estudiantes que son miembros de esas comunidades en el centro estudiantil-laboral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Crédito: La Opinión - / J. Emilio Flores

Se dice a menudo que los indocumentados viven “en la sombra”, pero los jóvenes indocumentados como Jorge Gutiérrez saben lo que es vivir en la sombra y también “en el closet” e imaginan una reforma migratoria sin que se considere a los inmigrantes homosexuales y sus familias.

“Para mí fue mucho más difícil salir de las sombras y declararme indocumentado en la secundaria que dar a conocer mi identidad sexual. Pero al combinar las dos cosas, hay una problemática complicada”, dijo Gutiérrez, residente de Los Ángeles y originario de Nayarit, México.

Gutiérrez, quien llegó a Estados Unidos a los 10 años con su mamá y hermanos, encabezó una delegación que hace dos semanas llevó a la capital del país el impulso de un movimiento surgido a la par del movimiento proinmigrante. Lo bautizaron QUIP, que en inglés significa Queer Undocumented Immigrant Project y es un grupo nacido dentro del movimiento más amplio de los jóvenes indocumentados y de su más grande organización, United We Dream.

La palabra queer, antes un epíteto contra las personas homosexuales, la retoman estos jóvenes como una identidad política y de lucha, según explicaron varios de ellos.

La intención de QUIP como movimiento es según su propia declaración de principios, “abogar por un camino a la ciudadanía y la inclusión de la familia gay, lesbiana, transgénero y bisexual (GLTB) en la reforma migratoria para 11 millones de indocumentados”.

Los jóvenes activistas consideran que los dos movimientos buscan derechos civiles que estén íntimamente ligados. De hecho, una de las figuras más reconocidas del movimiento proreforma, el periodista de origen filipino José Antonio Vargas, quien salió “de los dos closets” con un famoso ensayo en The New York Times, lo dijo la pasada semana durante un evento en la capital del país.

“Hoy en día vivimos en la intersección de muchas cosas, raza, clase, situación migratoria, identidad sexual”, dijo Vargas. “Puedo imaginar lo que los jóvenes gays indocumentados han vivido, porque yo lo viví. Era una zona gris en la que yo era no un ciudadano de segunda clase, sino hasta de tercera. Igualmente tuve que creer en mí mismo y creer que este es mi país”, dijo Vargas, hoy un activista nacional.

Felipe Sousa Rodríguez, un joven brasileño indocumentado (o inDACAmentado, como se auto definen los jóvenes que han recibido el estatus temporal de acción diferida o DACA) que vive en Tampa, Florida, es otro líder proinmigrante gay e indocumentado. Sousa es organizador de Get Equal, otro grupo de derechos civiles para la comunidad GLTB que recientemente comenzó a involucrarse en la lucha por la reforma migratoria.

“La reforma migratoria se hace una vez cada 30 años. Si no logramos una que sea buena y amplia, no funcionará. La comunidad gay ha sido históricamente discriminada en muchos aspectos, pero más aún si son indocumentados”, dijo Sousa. “No tenemos derechos de patrocinar a nuestros esposos para los papeles, solo hay un año para solicitar asilo y somos más vulnerables como personas de minorías a que la policía nos detenga así como a sufrir más abusos como personas gay en centros de detención”.

Es la tormenta perfecta: ser gay e indocumentado puede ser una de las situaciones más difíciles para conseguir y mantener empleo o simplemente lograr papeles.

Estos activistas y grupos trabajan para introducir las necesidades de su comunidad en la reforma migratoria. “Hemos puesto mucha presión al movimiento de derechos de los inmigrantes para que aceptaran al liderazgo gay y sus peticiones, pero creo que está funcionando. Ahora estamos más unidos”.

De hecho, en la plataforma programática de United We Dream, uno de los objetivos es lograr justicia migratoria para la comunidad homosexual que incluye varios posibles cambios a las leyes de inmigración.

Actualmente la ley no permite a parejas casadas del mismo sexo —el matrimonio gay es legal en nueve estados del país y en la capital, D.C.— que beneficien al cónyuge inmigrante sin papeles por medio del patrocinio de la green card, como sí pueden hacerlo los ciudadanos y residentes legales con sus esposos y esposas del sexo opuesto.

Sousa, por ejemplo, está casado con un residente legal pero bajo la ley actual no puede legalizar su situación por ese medio porque la ley federal no reconoce el matrimonio del mismo sexo. “Mi esposo se hace ciudadano el año que viene pero aún así no puede patrocinarme”, apunta el líder indocumentado.

El tema va más allá del patrocinio de “tarjetas verdes”, afirma Agustín Estrada Negrete, un mexicano que el año pasado recibió asilo político en los Estados Unidos como perseguido político y por su orientación sexual. “Hay como una cláusula no escrita que a los mexicanos homosexuales se les suele negar el asilo por su orientación sexual”, dijo Negrete, quien también asesora a otras personas en como navegar este complicado proceso.

Eso ha ido cambiando en años recientes y cada vez hay más casos de mexicanos y centroamericanos gays que han logrado asilo en Estados Unidos, pero aún enfrentan el límite de tiempo de un año después de llegar para pedir el beneficio.

“Los perseguidos por ser homosexuales en sus países son una clase protegida bajo la ley en Estados Unidos pero cuando llegan aquí pueden no saberlo y tomar tiempo para salir del closet, entender sus derechos legales, empezar el proceso”, dijo Michael Jarecki, abogado especialista en el tema.

QUIP también busca la posibilidad de un proceso por medio del cual los jóvenes gays indocumentados puedan autopatrocinarse cuando sufren abusos o son abandonados por sus familias, más visas U para víctimas de violencia y reformas al sistema de detención, “que ha sido especialmente cruel con los gays, lesbianas y transgénero”, dijo Gutiérrez.

  • Según el Williams institute, en Estados Unidos hay por lo menos 267,000 indocumentados que son gay, lesbianas, transgénero o bisexuales.
  • 25,000 parejas binacionales del mismo sexo, con un ciudadano y otro no ciudadano.
  • 11,000 parejas en las cuales ambos son no ciudadanos.
  • 47%de las parejas binacionales –inmigrante, ciudadano o residente están criando a un niño ciudadano.
  • El 71% de los adultos GLBT indocumentados son latinos y el 15% son asiáticos.
(Fuente: Williams Institute, Gary Gates)

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