El Senado, a dar la cara

El esfuerzo legislativo para aprobar controles más estrictos a la venta y posesión de armas parece estar atascado. Y no porque la opinión pública considere que tales ajustes legales han dejado de ser necesarios sino porque algunos congresistas parecen, simplemente, no tener el coraje y la voluntad política para llevar el tema al fondo del debate y el proceso legislativos.

Diversas encuestas en el país muestran que existe un apoyo mayoritario de la población a ciertas medidas de control de armas, como revisión de antecedentes penales en toda operación de compra de armas y la prohibición de la venta de armamento de asalto y de cargadores de más de 10 balas.

Y también parece evidente que si bien el apoyo a la Segunda Enmienda de la Constitución —que avala el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas— es contundente, también lo es la convicción social de que la imposición de ciertos controles y prohibiciones de sentido común y beneficio general no vulnera tal disposición constitucional.

Sólo los grupos de interés pro armamento y los más radicales, no la mayoría de la sociedad, encuentran las medidas de control de armas propuestas contrarias a la Constitución.

Por ello, perturba que en el Senado la iniciativa para prohibir los rifles de asalto haya sido abandonada. El líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, consideró que esa medida no contaría con los suficientes votos para ser aprobada y por eso no vale la pena ni siquiera presentarla a votación.

Llevar a voto esa propuesta es un imperativo moral, y si es derrotada quedarían como referentes para los ciudadanos los nombres de quienes votaron en contra. Pero sin llegar al pleno, esa virtud de transparencia democrática queda cancelada.

Urge que los legisladores se comprometan con el sentir de sus electores, presenten iniciativas y voten. Por el sí o por el no, pero que den la cara.

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