Malos perdedores

Han existido muchas elecciones con resultados ajustados en donde nunca se realizaron reconteos

Venezuela

El cerrado resultado de la elección que consagró presidente al chavista Nicolás Maduro fue la excusa del opositor Henrique Capriles para desconocer el resultado anunciado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y exigir el recuento total de los votos

La Casa Blanca no titubeó en apoyar la petición de Capriles y se ha abstenido de reconocer la victoria de Maduro.

“La decisión del CNE de declarar vencedor a Maduro antes de completar el recuento total de los votos es difícil de entender”, afirmó Washington.

La verdad es que son argumentos para los desconocedores del sistema electoral venezolano.

La auditoría del sufragio ya se hizo.

Todos los expertos del mundo saben que auditar el 54% de los votos es mucho más de lo necesario. Es la proporción que se audita en Venezuela. Al final del proceso, los miembros de cada mesa, con los delegados de cada partido y en presencia del público que lo solicite, eligen un 54% de urnas para cotejar los votos almacenados con los comprobantes físicos. Esa auditoría ha demostrado que el recuento manual de las papeletas y el resultado de la máquina coinciden.

Sin embargo, la oposición venezolana, a pesar de haber aceptado y aprobado todas las auditorías, mantiene las acusaciones de fraude sin pruebas.

El sistema electoral electrónico es incuestionable, se ha usado para la elección de gobernadores, diputados, alcaldes, que han ganado por poquísima diferencia. Chávez perdió el referéndum de 2007 por menos de 30,000 votos y no pidió pruebas o revisión del cómputo.

Capriles pide el conteo del 100% de los votos. No habría problema, salvo que es mentira que les interese el resultado. Saben que han perdido. Lo único que buscan es desconocer al Consejo Nacional Electoral y ganar tiempo para la estrategia golpista. Se trata de abrir un periodo de incertidumbre para que las corporaciones mediáticas y los grupos de choque de la oposición hagan su trabajo desestabilizador.

De hecho, apenas medió tiempo entre la emisión de los resultados y los atentados de “seguidores de Capriles” a canales de TV, centros médicos, sedes del partido socialista y casas particulares.

Como la oposición venezolana no parece estar dispuesta a tomar el poder por las urnas, trata por todos los medios de que el nuevo gobierno no se consolide.

Luisa Estela Morales, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) afirmó que al exigir el recuento total de los votos Capriles pedía “un imposible”, con lo que estaba “incitando a que se inicie una lucha de calles sin fin”.

Sin lugar a dudas la petición de recuento total de votos es la principal arma a favor del golpe de estado, señala la profesora Ángeles Diez. En primer lugar porque para la opinión pública internacional, incluida la progresista, resulta razonable una petición de ese tipo.

Explica: “Nuestra lógica básica funciona de la siguiente forma: si los resultados han sido tan ajustados y habiendo dudas sobre fraude no debe haber inconveniente en que se haga el recuento total, de esa forma se garantizaría la paz y se evitarían los disturbios en las calles. En segundo lugar no debería ser un problema esperar a asumir el poder hasta que se puedan confirmar los resultados. Sin embargo, todo esto que parece tan razonable, puesto en el contexto venezolano, es una trampa.”

Ni el CNE puede aceptar el recuento total del voto ni Maduro puede demorar su toma de posesión. Si el CNE acepta el recuento total de votos está aceptando que el sistema electoral venezolano no es fiable, que cabría la posibilidad de algún tipo de fraude. Todo el sistema electoral es la garantía de la soberanía popular en Venezuela y no emite resultados provisionales o encuestas, cuando emite los resultados es porque el recuento realizado ya hace irreversibles resultados de modo que cuestionar estos resultados significa cuestionar todo el sistema incluida la independencia del CNE”.

Hubo 18 procesos electorales en 14 años, el sistema está absolutamente probado en cuanto a que los resultados son los que la gente votó, son el fiel reflejo de la voluntad popular.

Si bien la distancia entre Maduro y Capriles fue muy pequeña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: En las elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del Copei, obtuvo el 46.6% de los votos contra el 43.4% de su rival de Acción Democrática. Diferencia: 3.3%, y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del Copei, Rafael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1% de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2% de los votos. Diferencia: 0.9% y asunto concluido. Pero con Maduro… quien ganó la elección con 50.8% frente a 49% del opositor, las cosas son diferentes y la derecha grita “fraude” y exige un recuento de cada uno de los votos. Malos perdedores.

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