De ciertos libros

Hay libros para todos los gustos, disgustos, actividades y perezas

Papeles

El libro es el personaje central por estos días en Colombia. En, Bogotá, su capital empezó la feria anual que este año tiene a Portugal como invitado especial. Nos visitan dos premios nobel de literatura.

Dichas estas palabras, comparto con los posibles lectores la segunda parte de mis respuestas a una encuesta que circuló por internet:

Un libro que compraste intonso (=sin abrir las hojas) (Pobre palabra intonso tan mal acompañada, como que es sinónimo de ignorante, inculto. Pero el libro que compré con las páginas pegadas, siamesas, es uno de cartas de un sabio colombiano fuera de serie, Ezequiel Uricoechea a Don Rufino José Cuervo, certeramente biografiado por el “terrible” Fernando Vallejo. Nunca me ha ido mal con libros intensos, perdón, intonsos. Ergo… todos deberían venir así).

El más desencuadernado de los que poseas. (Relámpagos de Agosto, del mexicano Ibargüengoitia. No por haberlo leído demasiado, sino por la mala calidad de la edición. Te quedas con las hojas en la mano).

Uno que si hubiera quema de libros (los dioses no lo permitan) arrojarías al fuego. (Qué miedo quemar libros. No tengo vocación de pirómano, como Nerón. Prefiero ver nacer libros).

Uno de un autor asiático. (Si Japón queda en Asia, me quedo con Casa de las bellas durmientes, el libro que a García Márquez le hubiera gustado escribir. Siempre que abro sus páginas me da frío. El frío de la soledad cuando sentimos que empezamos a desaparecer…).

Uno que te gustaría ver filmado como miniserie de TV. (Como creo que viví en esa época, voto por Los Tres Mosqueteros, de don Alejandro. O alguno de piratas de Salgari. O la vuelta al mundo en ochenta días, de Verne).

La mejor novela de detectives que has leído en tu vida. (Tendría que mirar algo de Simenon que compré, por kilos, en una plaza de mercado. Sí, plaza de mercado, ¿algún problema?).

La mejor novela de ciencia ficción que has leído en tu vida.(El día que iba a responder esta pregunta el señor Alzheimer había tomado compensatorio).

Uno de historietas cómicas o chistes gráficos. (No sé por qué me conmueve Lorenzo Parachoques, el pobre hombre que siempre dice sí. Es el marido de Pepita. Juro que no tengo nada en común con él. ¿O será que sí?).

El que más te gustó de los leídos en su idioma original, distinto del español. (Le petit Prince, de un tal Antoine… Bueno, no lo he terminado para no dármelas de que domino el mandarín, perdón, el francés, que trato de aprender de la mano de mi profesor a distancia, Noe Adarme).

Uno que ganó el Premio Goncourt. (¿Cómo dice que dijo?)

Uno que no te importaría leer en pantalla. (Bluf de palabras, de Bufalino, asi la pantalla acabe con mis ojos que no se banqueterán los gusanos. Ese privilegio se lo endosaré al horno crematario para irme acostumbrado al purgatorio. Porque el infierno no existe. “El infierno somos nosotros”, dicen que dice Sarte).

Uno del que sueles citar dándole el crédito el autor. (Los poemas del mismito Borges).

Uno al que no te importaría taladrarle un agujero grande en el interior, invisible desde afuera, para que así te sirviese como caja fuerte. (Uy, esa sevicia no la he desarrollado todavía. Me niego a responder esta pregunta. Así me den la casa por cárcel como a cualquier corrupto afortunado).

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