Madre luchadora
Olfa Fuentes enfrenta la posible deportación de su esposo detenido deportación de su esposo

Acompañada de sus hijos Édgar, de 5 años, y Antony, de 7, Olga Fuentes sostiene una foto de su esposo Édgar Metzar. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person> Aurelia Ventura< / person>
Para Olga Fuentes, el Día de las Madres se ha convertido en una fecha más en medio de la batalla diaria que enfrenta para sacar adelante a sus hijos.
“Somos personas que venimos para mejorarnos porque en nuestros países no tenemos las mismas oportunidades. Estamos aquí para sacar adelante a nuestras familias”, dijo Fuentes, cuya vida cambió drásticamente hace casi un año, cuando se llevaron detenido a su esposo Édgard Metzar.
En la noche del 20 de mayo de 2012, la policía irrumpió en la casa de la familia Metzar Fuentes, llevándose detenido al único sostén del hogar con el que contaban.
Sus dos hijas, de 13 y 3 años, fueron testigos de cómo se llevaban a su padre. “La más pequeña se acuerda de todo y por eso es que los estoy llevando a los terapeutas”, dijo Fuentes, cuyos hijos reciben servicios de terapia a través de Medical.
Desde que su esposo está en un centro de detención, Fuentes dejó de ser madre y ama de casa y se convirtió en madre y padre de sus cuatro hijos, cuyas edades oscilan entre los 4 y 14 años. Asimismo, se ha visto en la necesidad de trabajar para mantener a su familia, en una fábrica de plásticos donde labora desde las 11 de la noche hasta las 7:30 de la mañana, de lunes a sábado.
“Es muy duro para mí, porque yo no sé si voy a regresar al día siguiente. Tengo miedo de que me pase algo malo porque ando en bus o que sea detenida. No quiero imaginarme que pasaría con mis hijos porque no tengo apoyo de nadie”, dijo Fuentes, tratando de contener las lágrimas. Fuentes añadió que apenas duerme unas tres horas al día, porque debe atender a sus hijos antes de irse a trabajar. Los niños quedan al cuidado de una hermana mientras está fuera de casa.
El caso de Fuentes fue presentado a los medios de comunicación esta semana por un grupo que aboga por el cese a las deportaciones que separen a los inmigrantes no criminales de sus familias y por una rápida reforma migratoria.
“Todos los días en este país, el amor de una madre, su valentía y su determinación de conseguir una vida mejor para su familia se efrenta con el más duro de los castigos la deportación por nuestras rotas y crueles leyes de inmigración”, dijo en un comunicado Angélica Salas, directora ejecutiva de CHIRLA.
“En este Día de las Madres le pedimos al Congreso y al pueblo estadounidense que tengan un corazón y se muevan sin distracción para aprovar un camino justo y humano hacia la ciudadanía”.
La familia Metzar Fuentes llegó de Guatemala hace aproximadamente ocho años, con una niña pequeña. Sin embargo, en el 2008 la situación económica no le permitía a Matzar mantener a su familia, por lo que decidió regresar a Guatemala a buscar trabajo. Pero la visita a su país tampoco fue favorable para él, ya que fue objeto de un plan de venganza que casi acaba con su vida.
“Él fue soldado allá y estuvo en la detención de unos presos. Cuando en el 2008 fue para allá, lo atacaron. Me imagino que era uno de los presos que él agarró que lo persiguieron y lograron meterle un balazo. Por eso se regresó nuevamente para acá”, dijo Fuentes, quien teme que si lo deportan a Guatemala, podrían matarlo.
Para ayudar a detener el proceso de deportación, Fuentes ha presentado pruebas de ese incidente, como actas médica, tratando de demostrar ante el juez de que la vida de su esposo corre peligro en su país. Sin embargo, no ha tenido suerte y su esposo, ya cansado de estar detenido, le ha manifestado que podría decidirse a firmar los documentos para que lo deporten a Guatemala.
“Le he dicho de que pida la salida voluntaria pero dicen que no le dan oportunidad a eso”, dijo Fuentes, quien añadió que no cuentan con abogado porque su esposo le pidió que desistiera de los servicios del que tenían porque “mis entradas económicas eran muy bajas y me dijo que no siguiera pagando”. Ellos habían contratado a un abogado para la apelación, proceso en el cual esperaban que se le pudiera otorgar el asilo político pero aún tendría que esperar unos cuatro o cinco meses más.
Al principio, Metzar estuvo cuatro meses en la cárcel del condado y después fue pasado a las órdenes de inmigración para su deportación. Durante ese tiempo, su esposa solo ha podido verlo en la corte durante las audiencias, pero sin poder hablar con él. Solo se comunican a través del teléfono.