Entre la espada y la pared
Nueva York Wanda Hernández, una activista y líder de una campaña para prevenir el desamparo de neoyorquinos que viven con VIH/Sida, está punto de verse ella misma, como muchos otros, en la penosa situación de tener que escoger entre tener un techo, comprar medicinas o comer.
Entre sollozos, Hernández, de 50 años, ofreció un conmovedor testimonio sobre su situación y junto con otros afectados ayer, durante una audiencia, hicieron un llamado para que el gobierno tome acción para aprobar un proyecto de vivienda asequible y los que califiquen no paguen de alquiler más del 30% de sus ingresos por discapacidad.
“Estoy incapacitada y tengo un problema crónico además de ser VIH positiva. Todo el cheque se va en la renta, pago el 70 % y lo que me sobra es para pagar la electricidad. Temo perder mi apartamento”, aseveró Hernández, miembro de la organización Voices Of Community Activists & Leaders (VOCAL-NY), que vela por la situación de este grupo.
La activista considera injusto que el programa de asistencia de vivienda para desamparados con VIH/Sida, sea el único que le exige a los beneficiados que paguen de alquiler más del 30% de sus ingresos por discapacidad.
“Debería ser igual para todos, mientras algunos pagan el 30% otros tienen que pagar más del 70%. Tienen que arreglar este sistema. Vivir con esta enfermedad no debería ser un castigo”, precisó Hernández.
Un reporte de la organización VOCAL-NY con 68 desamparados con VIH/Sida en refugios de la ciudad se vieron en la necesidad de escoger entre medicamentos, un plato de comida o un techo.
Según el estudio, dos tercios (un 63%) de los desamparados que viven con VIH/Sida en refugios de la ciudad, antes de perder su apartamento estaban en mora en el pago de su alquiler, servicios públicos o de ambos.
Mientras, más de dos tercios (un 65%) de los encuestados reportaron haber tenido que escoger entre pagar el alquiler y otros artículos de primera necesidad en los 6 meses previos a la pérdida de su vivienda.
Y alrededor de la mitad (un 52%) visitó la sala de emergencias y el 38% tuvo que ser ingresado en el hospital desde que quedaron desamparados y entraron al sistema de refugios.