El drama de la repatriación médica

Familiares de inmigrantes con enfermedades graves se ven obligados a enviarlos a su país

Tomás Bermejo  trabajaba como jornalero antes de caer gravemente enfermo.

Tomás Bermejo trabajaba como jornalero antes de caer gravemente enfermo. Crédito: suministrada

NUEVA YORK — Román Bermejo, quien permanece en estado de coma desde mayo de 2012 —tras sufrir un ataque epiléptico—, es una de las últimas víctimas de una práctica que va en aumento en los hospitales estadounidenses: las repatriaciones médicas.

Pese a que la ley contempla esta práctica como una violación al derecho a la vida, cada vez más las instituciones hospitalarias están enviando a inmigrantes indocumentados, en malas condiciones de salud, a sus países de origen. En muchos casos dichas repatriaciones son forzadas, en otros son autorizadas por familiares de pacientes sin estar muy seguros de la decisión.

Este es el caso de la familia de Bermejo, de 37 años, que firmó su repatriación para Puebla, México, desde el Centro Médico Comunitario de Toms River, Nueva Jersey, y que aun dudan si tomaron la decisión correcta.

“Cuando firmamos el traslado, lo hicimos pensando en su bienestar, pero sé que aquí en Estados Unidos, podría haber recibido mejor cuidado médico”, indicó uno de los familiares que pidió no ser identificado.

Bermejo, un indocumentado que trabajaba como jornalero, fue trasladado el martes 14 en una ambulancia aérea —costeada por el mencionado hospital— y recluido en un hospital público al norte de Puebla, donde a los dos días fue entregado a sus padres para llevárselo a casa.

“Los médicos dijeron que mi hermano podría contraer una infección, porque estaba en una sala con otros pacientes y mis padres decidieron llevarlo a la casa y cuidarlo como pueden”, aseguró el familiar de Bermejo.

Aunque el hospital de Toms River no emitió ningún comentario respecto al caso de Bermejo, en el Consulado de México, que proveyó ayuda a los familiares, calificaron el caso como lamentable.

Mario Cuevas, cónsul de Protección del consulado mexicano en Nueva York, explicó que “los hermanos concluyeron que era mejor repatriarlo, porque aquí no fue posible conseguir ningún centro de cuidado que lo recibiera que estuviera cerca a Yonkers, donde ellos viven. No apoyamos las repatriaciones médicas forzosas, pero sí las decisiones de las familias”.

Un portavoz de la Oficina de Inmigración, ICE, indicó que dicha agencia no se involucra en los casos de repatriación médica tramitada por hospitales.

Un estudio adelantado por el Centro de Justicia Social de la Universidad Seton Hall, publicado a finales de 2012, afirma que en muchos casos, a las familias de los pacientes los centros médicos los han “acorralado”, para que firmen su repatriación y en otros, incluso, se ha hecho sin su consentimiento.

“Se debe crear conciencia sobre la práctica de la repatriación médica antes de que siga en aumento, así como el daño que sufren los inmigrantes o sus familias que se ven forzados a firmar su repatriación”, subraya el estudio.

El informe recopila, entre 2007 a 2011, más de 800 casos de intento de —o llevadas a cabo exitosamente— repatriaciones de hospitales en 15 estados, que enviaron a sus pacientes a siete países, cinco de ellos en Latinoamérica.

El estudio sostiene además que la reducción de la asignación de fondos federales bajo la Ley de Accesibilidad del Paciente al Cuidado de Salud (PPACA), dará lugar a más repatriaciones médicas —a partir de 2014— en especial desde aquellos hospitales que brindan una cantidad desproporcionada de atención a pacientes sin seguro o con seguro público y que enfrentan la actual crisis financiera.

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