‘Stop & Frisk’: Justificando lo injustificable

Defensores de los derechos civiles cuestionan la prácticas del 'Stop and Frisk'.

Defensores de los derechos civiles cuestionan la prácticas del 'Stop and Frisk'. Crédito: edlp

Dentro de poco una jueza entregará su veredicto sobre “Stop & Frisk”, la práctica policial de parar, cuestionar y registrar personas sospechosas. Muchos critican la práctica por ser discriminatoria, dado que la mayoría de los cinco millones que han sido parados son afroamericanos o hispanos.

Hay una ironía profunda en el corazón de esta evaluación judicial.

La responsabilidad de la jueza es de decidir si los hechos presentados en la corte justifican una reforma de la práctica. Esta responsabilidad la tiene que manejar con un cuidado científico. Hay que medir los hechos con objetividad para saber si justifican la acciones de la Policía. Hay que proceder como si se estuviera probando si una medicina puede combatir a una enfermedad.

El problema es que ‘Stop & Frisk’ se inventó precisamente para esos casos en que no hay justificación objetiva para parar, cuestionar y registrar a un sospechoso. Se diseñó para cuando no hay tiempo para conseguir el permiso de un juez para cuestionar a alguien, no hay como saber si lo que lleva un joven en su bolsillo es una pistola o simplemente una billetera grande, o es imposible saber si un joven esta moviendo de forma sospecho porque cometió un crimen o porque quiere evitar a su exnovia.

Si hubiera tiempo para conseguir el permiso de un juez, ‘Stop & Frisk’ sería innecesario. Si el patrullero pudiera ver el revolver, ya existen leyes que lo permite cuestionar al sospechoso. Si alguien acabara de ser asaltado y un joven estuviera corriendo en la otra dirección, puede ser detenido sin ‘Stop & Frisk’.

‘Stop & Frisk’ es para cuando no es posible justificar la sospecha. Por lo tanto, eso es lo que una investigación científica de la práctica debería concluir –que es imposible justificar la sospecha en los casos en que es necesario aplicar la política.

Para los ciudadanos de Nueva York nos queda decidir si es aceptable una política de este índole.

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