Toda una vida detrás de los establos

Manos mexicanas no descuidan ningún detalle en los establos del Belmont.

Manos mexicanas no descuidan ningún detalle en los establos del Belmont. Crédito: Fotos Shirley Rodríguez

Nassau, L.I. — Detrás del millonario negocio de carreras equinas que cobra vida en Belmont Park localizado en el condado de Nassau, Long Island, también existen cientos de empleados quienes trabajan arduamente en el cuidado y entrenamiento de estos costosos animales.

Luz Escobar, de 31 años, oriunda de México, esposa y madre de tres pequeñas, es una de las pocas mujeres encargadas de peinar, bañar y colocarles las sillas a los caballos.

“Yo trabajo como groom y hay que tener valor para hacerlo. Solamente somos cinco mujeres en el hipódromo que cuidamos los caballos, este es un trabajo de hombre”, expresó Escobar.

Ella conoció a su esposo Edward Escobar hace más de una década en Belmont Park y ahora viven en Elmont con dos de sus hijas mientras que la mayor vive en México.

El hipódromo cuenta con más de 1,000 empleados, la mayoría mexicanos, quienes comienzan su jornada diariamente a las 4:30 a.m. limpiando establos, alimentando, peinando, y paseando caballos.

Humberto Chávez, Capellán de los tres hipódromos de Nueva York, Aqueduct, Belmont y Saratoga, mencionó que los empleados tienen a su disposición beneficios médicos, un centro de cuidado infantil y viviendas gratuitas.

Según Chávez, la Asociación de Entrenadores y Dueños de Caballos de Nueva York ayuda a financiar programas educativos, entre ellos la Asociación de Cuidado Infantil conocida como Anna House, servicios dentales y ópticos, y la distribución de alimentos periódicamente durante el mes.

Al parecer, la cantidad de oficios para mantener en perfecta condición a los caballos son infinitos, ya que el paseador, galopeador, velador y capataz también forman parte crucial de su cuidado.

“Mi vida es aquí en el hipódromo”, señaló el capataz Gerardo Peña Cerda, de 45 años, quien emigró de Michoacán, México en 1988 a los 18 años.

Tras 27 años trabajando para Belmont Park, Peña asegura que este empleo es bastante conveniente porque no paga renta y a pesar de que su sueldo no es “envidiable”, le ayuda a sustentar a su esposa y dos hijas quienes viven en México.

Chávez recalcó que “por fuera esta industria se ve con mucho glamour y prestigio”, pero que detrás de todo eso está en juego el sueño americano de estos inmigrantes, el cual es tener éxito dentro de la industria hípica.

Pero mientras eso sucede, Peña y sus compañeros simplemente anhelan que llegue el atardecer para disfrutar de otro partido de fútbol en su liga interior, la cual denominan como su mayor distracción.

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