La cura para la violencia doméstica

El último neoyorquino asesinado en el 2012 fue Edith Rojas de apenas 19 años. Un ex novio la apuñalo en frente del edificio en el que vivía en Inwood en la víspera de año nuevo. Murió en los brazos de su madre. Edith Rojas presuntamente terminó su relación con su asesino cuando sintió que estaba interfiriendo con sus estudios. Fue una tragedia que conmovió profundamente a la comunidad de Bronx Community College (BCC) donde Edith estudiaba y yo sirvo como presidenta.

Estos incidentes no tienen que suceder en el propio campus de BCC. Basta con que le pase a un estudiante o miembro del personal o facultad para autorizar nuestra atención. Un abusador que es violento a cualquier persona que estudia o trabaje en BCC es un peligro para todos. De hecho, se insta a los miembros de la comunidad universitaria que están bajo una orden de protección que alerten inmediatamente a la seguridad pública del campus. Incluso, nuestros oficiales de seguridad pública han acompañado a menudo a víctimas para denunciar los crímenes cometidos en su contra a sus precintos locales.

De esta forma, nos hemos involucrado en casos en el Bronx, Queens, Manhattan, Brooklyn y hasta Yonkers. En uno de los incidentes más dramáticos, un agresor de un miembro de BCC era un funcionario de prisiones, que terminó en una celda de la instalación en la que trabajaba. La noticia de estos éxitos se está extendiendo. James Verdicchio, el jefe de Seguridad Pública, señala que un número creciente de víctimas de abuso están acercándose a su oficina en busca de ayuda, e incluso antes de acercarse al Departamento de Policía de Nueva York.

Como es apropiado para un campus universitario, la educación también juega un papel importante en nuestra campaña contra la violencia doméstica. Nuestros funcionarios de seguridad se reúnen con cientos de estudiantes cada semestre, particularmente los estudiantes entrantes que participan en nuestro programa de orientación. La conciencia de nuestros servicios para las víctimas de abuso también se difunde a través de boletines y correos electrónicos.

Mucho de lo que está dando resultado en nuestra comunidad de estudiantes y maestros puede trabajar para cualquier comunidad. Se inicia con reconocer que las víctimas de violencia doméstica necesitan el apoyo de todos para tomar esos primeros pasos dificultosos para salir de una relación abusiva. Otra persona, un familiar, amigo, compañero de trabajo o vecino, siempre es consciente de una situación de maltrato antes de que llegue a la atención de la policía o consejeros.

El consejo que escuchamos en el metro – si ves algo, di algo – debe aplicarse también al terrorismo personal que es la violencia domestica, tomando en cuenta que las señales no siempre serán un ojo negro o un labio magullado. Los abusadores también se dan a conocer por su obsesión con controlar la vida de su víctima, enviando mensajes de texto o llamando constantemente, apareciendo en el lugar de trabajo de la víctima, limitando la cantidad de tiempo que tienen para sí mismos y su familia, o incluso la cantidad de dinero que tienen para gastar.

La violencia doméstica es una infección que puede influir en la vida de todas las personas dentro de una comunidad. Así mismo, sólo se puede curar cuando respondemos como comunidad.

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