La Unión ayuda a migrantes en Brooklyn

La Unión es una organización comunitaria de Sunset Park, en Brooklyn, desde donde se tiende una mano a los inmigrantes de la zona

La mexicana Leticia Alanís dirige La Unión, una organización en Sunset Park que tiende una mano a los inmigrantes de la zona.

La mexicana Leticia Alanís dirige La Unión, una organización en Sunset Park que tiende una mano a los inmigrantes de la zona. Crédito: Fotos Cortesía: La Union

La reunión está más concurrida que de costumbre y Leticia Alanís alcanza sillas de metal a las familias que se han acercado al sótano de la Iglesia San Jacobo en Sunset Park donde funciona La Unión, la organización que encabeza desde 2005 y desde donde tiende una mano a los inmigrantes de la zona. “Avisamos que discutiríamos la reforma migratoria y creo que por eso esto se ha llenado”, comenta.

En las caras de la gente se percibe una mezcla de esperanza y de confusión porque la letra chica del proyecto de reforma migratoria que actualmente discute el Senado es abundante y el camino que plantea hacia la ciudadanía es largo y sinuoso.

“Para mí es como una pequeña llamita que se reavivó”, apunta Leticia. “Primero con lo de los dreamers y ahora con este debate. Que se esté hablando de esto ya me genera entusiasmo porque el tema estuvo muerto por un largo tiempo”.

Pero a pesar de que a esta mujer de Monterrey nada la haría más feliz que dar buenas noticias a sus compatriotas, la mayoría de los miembros de La Unión son mexicanos. Ella prefiere no abandonar la cautela. “No sé si se va a dar; todavía falta mucho por debatir y además el proyecto de ley no plantea una legalización instantánea; no es una amnistía”.

A aquellos que se acercan les recomienda reunir la mayor cantidad de documentos que prueben los años que hace que residen en este país ya que el proyecto migratorio establece como requisito haber estado aquí ininterrumpidamente al menos desde diciembre de 2011. “Que junten todo: actas de nacimiento de sus hijos, reportes de su escuela, documentos de sus trabajos, recibos de hospitales; todo puede ser útil a la hora de una legalización”.

Es una líder nata que ejerce autoridad sin infundir temor, sino confianza; que habla pero también escucha y con una preocupación genuina por las penurias que experimentan los indocumentados porque ella misma pasó por eso. “Fui indocumentada doce años hasta que me casé con mi marido que es de Túnez pero es ciudadano americano y me parece muy injusto que sólo algunos con suerte podamos regularizar nuestra situación; por eso es tan necesaria una reforma integral a nivel legislativo”.

La mayor de siete hermanos, Leticia llegó a Nueva York buscando que esta ciudad la ayudara a resolver hacia dónde encaminar su destino. “Había estado 20 años, de los 16 a los 36, con las monjas salesianas y me di cuenta que ya no quería seguir. Ese estilo de vida tan normado no era para mí, pero me costaba tomar la decisión así que decidí irme lejos para pensar”.

Fue en Brighton Beach en un pequeño cuartito con baño y cocina compartidos que descubrió el mundo de los inmigrantes y su verdadera vocación. “Empecé a ver tanto abuso, tantas injusticias. Trabajadores de la construcción a los que se les paga por jornada con varias semanas de sueldos atrasados y a los que eventualmente echaban sin darles un centavo. Yo misma hacía limpiezas por 5 dólares la hora y vivía bastante maltrato”, rememora. Estudiar inglés e ingresar en la universidad fueron las dos herramientas que le permitieron dar un salto. “De a poco, empecé a adentrarme en el mundo de las organizaciones de la comunidad y comprobé el poder de los inmigrantes cuando nos unimos y dejamos de considerarnos víctimas; cuando actuamos en vez de solamente esperar cambios del gobierno que quizás nunca llegan”.

La Unión cuenta actualmente con más de mil miembros que se organizan en grupos según la temática. “Los miércoles, por ejemplo, vienen madres para hablar de cómo navegan el sistema educativo; cómo son tratadas en las escuelas de sus hijos; si cuentan con traducción al español para abordar temas importantes, si se sienten parte o se sienten marginadas. Hemos tenido casos de mamás que firmaron documentos en inglés sin saber bien de qué se trataba y eso no puede ser”.

La organización también ofrece ayuda a los jóvenes dreamers para solicitar la Acción Diferida y Leticia está muy orgullosa de una alianza que trabó con el Consulado Mexicano. “Vienen con el Consulado Móvil a la escuela PS 24 y la gente puede obtener rápidamente su tarjeta consular o su pasaporte para tener una identificación mexicana al día. El próximo evento es el 10 de julio y ya nos estamos preparando”.

En la comunidad la conocen todos y aunque ella no habla mucho de ella misma, cree que se sabe que ella ya cuenta con documentos. “Me ven que viajo a México; que yo ya no tengo ese obstáculo y la verdad es que creo que eso les da más seguridad; el ver que aunque mi situación en ese aspecto está resuelta igual sigo en esta lucha y no pienso rendirme”.

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