Neoyorquinos se niegan a recortes de SNAP

Antonio Fernández, quien tiene el programa Food Stamp desde 1990, recibe ayuda de Casa María de Nazareth.

Antonio Fernández, quien tiene el programa Food Stamp desde 1990, recibe ayuda de Casa María de Nazareth. Crédito: Fotos: Zaira Cortés

Nueva York — El estado de Nueva York sería incapaz de aminorar el impacto en los recortes del Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP), según funcionarios electos. El panorama sería devastador para las familias más pobres, entre ellas el 19% de latinos que son beneficiados.

“La ciudad no tiene la capacidad para reducir las afectaciones o para soportar un plan de emergencia que sustituya los fondos eliminados”, dijo la Concejal Melissa Mark-Viverito. “Es una crisis cuya solución está en las manos del Congreso, va más allá de lo local, es una grave situación nacional”.

Viverito indicó que la angustia impera en las familias trabajadoras de su distrito, hecho que se agrava con centros de comida al límite de sus servicios.

New York Coalition Against Hunger estima que en la ciudad 1.5 millones dependen de centros de distribución de comida y el 43% de la población hispana tiene problemas para obtener alimentos de primera necesidad.

El senador estatal Adriano Espaillat destacó que el Senado estatal se enfrentaría a una difícil situación en su intento por aminorar el impacto.

“Es anticipado ofrecer una solución, pero en definitiva los recortes serán catastróficos”, sentenció.

La senadora federal Kirsten Gillibrand, miembro del comité de agricultura, sometió una enmienda para evitar el corte de $4,100 millones en cupones de alimentos.

Según su idea, se compensaría el dinero al reducir la cantidad que el gobierno paga a las compañías de seguros de cosecha, de $1,300 millones a $825 millones por año. Del partido demócrata, 29 tomaron partido, pero 41 republicanos rechazaron la propuesta.

“Es inaceptable aliviar el déficit a expensas del hambre de niños, ancianos y veteranos”, dijo Gillibrand en un comunicado de prensa.

En años recientes, Nueva York registró un incremento de 30% de beneficiarios de SNAP, mayores de 65 años, según cifras de la ciudad.

Sentado en una acera en la esquina de la calle 118 y la Primera avenida, Antonio Fernández sostiene un plato de verduras, un obsequio del comedor de beneficencia Casa María de Nazareth.

El cubano, de 60 años y un residente de la vivienda pública desde 1980, acude al centro —que hace más de 20 años ofrece raciones de comida donada por restaurantes, bodegas y hoteles— porque los $97 que recibe de SNAP semanales son insuficientes.

“Mi situación de pobreza será más aguda. Soy un anciano sin familia que dependerá de la caridad”, sostuvo Fernández.

Fernández sería uno de los 1.4 millones de neoyorquinos que sufrirían por la medida (40% de la población nacional sería afectada).

De ellos, el mayor peso lo tendrán los residentes de vivienda pública, en su mayoría ancianos y familias trabajadoras con niños, según se estima.

El mexicano Fredy Cruz y su esposa Merced Salinas, padres de una niña de tres años, reciben mensualmente $200 de SNAP, les rinden para dos semanas.

Cruz, que espera el nacimiento de su segunda hija, aporta $300 de su salario para cubrir las necesidades alimenticias restantes, sacrificando otros requerimientos básicos como la compra de ropa.

“Tendría que limitar todavía más mis gastos. Nos están quitando el bocado de la boca”, indicó.

En Nueva York, los recortes involucran la pérdida de unos $130 por mes para cerca de 200,000 familias beneficiarías de SNAP.

El problema podría ser mayor. Si la Cámara de Representantes aprueba una versión similar del proyecto de ley del Senado.

El proyecto de la cámara baja implica una pérdida promedio de 10% de los beneficios mensuales de las familias y una pérdida anual de $175 millones para la economía de Nueva York, donde supermecardos y negocios pequeños participantes tendrían grandes perdidas.

De igual manera, Triada Sampas, vocera de Food Bank for New York City, destacó que en los últimos años ha perdido casi 50% de sus fondos. La drástica reducción del programa SNAP amenazaría los centros de distribución de alimentos, como Food Bank, que el año pasado sirvieron 11 millones de raciones menos que en 2011.

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