Llegó la hora de la reforma migratoria en el Senado

El Senado avanzó con margen de 67-27 la controversial y excesiva enmienda republicana de seguridad fronteriza Corker-Hoeven, la cual a un costo de más de $30 mil millones en una década duplicará a 40 mil la cifra de agentes fronterizos, agregará cientos de millas adicionales de barda en la frontera sur, así como tecnología de punta y más aviones no tripulados. El voto de procedimiento, que a su vez permitirá una votación sobre dicha enmienda, se interpreta como indicativo de cómo podría ser el voto final del proyecto de reforma migratoria a fines de esta semana. Se supone que la enmienda sume votos republicanos al proyecto final. Hay promesas de abordar las inquietudes de las comunidades fronterizas sobre la militarización de la franja, la potencial violación de derechos civiles y el uso de perfiles raciales.

Uno de los precios a pagar es la enmienda Corker-Hoeven que debería atraer suficientes votos republicanos para eventualmente aprobar el proyecto final con hasta 70 votos, que es la intención de un sector del Grupo de los Ocho porque así, piensan, presionan a la Cámara Baja de mayoría republicana a impulsar un plan de reforma amplia y no sólo las medidas individuales policiacas que vienen apoyando.

Por eso, entre otras razones, es también la hora cero para los republicanos. Si no apoyan el proyecto con todos los “atractivos” de seguridad que han conseguido, entonces, como dicen muchos, incluyendo algunos republicanos, su problema con el proyecto va más allá de la frontera y sólo podría atribuirse, de un lado, a su desdén hacia la comunidad latina inmigrante, o de otra parte, al temor de que millones de eventuales y potenciales votantes hispanos nunca voten republicano y que los actuales votantes latinos sigan huyendo del Partido Republicano como el diablo a la cruz.

El reto para los líderes republicanos es aprender del pasado, reconocer la realidad política y demográfica del presente y no temer al futuro. Pero sobre todo es la hora de la verdad para los protagonistas de esta historia, los indocumentados. En los dimes y diretes, sumas y restas de votos y cálculos políticos se pasa por alto que estamos hablando de millones de personas como las que a diario me preguntan “¿hay reforma o no hay reforma?” Personas para quienes el triunfo o el fracaso de esta pieza legislativa no se limitan a un escaño político, porcentajes electorales o elecciones. Se trata de sus vidas. De la posibilidad de vivir y trabajar en paz sin el constante miedo de ser separados de sus hijos y de sus familias.

Para algunos es muy fácil decir que si no se puede este año, se tratará más tarde cuando exista la posibilidad de obtener un mejor proyecto de ley o cuando haya mayorías más favorables en el Congreso. Nunca habrá legislación perfecta y si la memoria no me falla, cuando los demócratas controlaron las dos cámaras del Congreso nunca se presentó ni mucho menos se debatió la reforma amplia. Muchos de los que aguardan por el proyecto perfecto son ciudadanos o residentes permanentes que tienen la certeza de despedirse de sus hijos en la mañana y volver a verlos en la noche. Así es muy fácil pedirle a millones de indocumentados que sigan esperando, si es que no los deportan antes.

Por todas estas razones, durante esta semana, sin duda, llegó la hora para todos.

(Por: Maribel Hastings)

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