El alma de boxeador aún vive en El Bronx
Hoy comenzará el juicio contra el presunto autor de la muerte de Ronnie Vargas

Ronald y Ronniel Vargas piden la máxima pena para el asesino de Ronney. Crédito: <copyrite>EDLP</copyrite><person>Humberto Arellano< / person>
Nueva York Trofeos, guantes y medallas decoran la sala de lo que un día fue el hogar del boxeador Ronney “Venezuela” Vargas, quien fue asesinado de un balazo el 24 de agosto de 2008 en El Bronx.
Hoy que se inicia el juicio contra su presunto verdugo José Coimbre, de 36 años, más que nunca su memoria perdura en los corazones de familiare, amigos y el vecindario donde creció.
“Antes fue un símbolo de logro, un estímulo para que siguiera adelante. Ahora es un símbolo de recordación”, dijo refiriéndose a la sala de su apartamento Germán Vargas, padre del pugilista venezolano, quien empezó a decorar este espacio cuando su hijo ganó el primer trofeo a los ocho años.
A casi cinco años de su muerte a los 19 años, el amoroso padre sigue coleccionando recuerdos del tres veces Guantes de Oro.
“Si lo llegara a quitar, creo que me moriría”, indicó Vargas. “Como padre mantengo vivo su recuerdo a cada segundo que pasa porque vive en mi corazón”.
La muerte de Ronnie dejó “gran vacío” en la vida de sus hermanos, pero a la misma vez los motivó para seguir más en el boxeo y fomentar el amor por ese deporte a sus hijos.
“A mis hijos les gusta verlo pelear. Siempre dicen ‘queremos ver al tío’ y se meten a Youtube para ver sus peleas”, indicó Ronald, padre de dos menores. “Más que un hermano, fue mi amigo, mi mano derecha”.
Roniel, el menor de los tres, decidió seguir los pasos de su hermano y ya ganó sus propios guantes dorados.
“Lo recuerdo como una persona muy alegre y un modelo que me inspiró en el boxeo”, dijo el hermano menor. “Me molestaba cuando estábamos con amigos y siempre me presionaba para que siguiera con el boxeo”.
Tras su desaparición, Roniel decidió que debía mantener el nombre de los Vargas en alto en el mundo pugilístico.
“Su muerte me hizo darme cuenta que la vida no es un juego y que siempre tengo cosas que hacer para mejorar”, aseguró el hermano. “[Ronney] tenía un futuro genial y pudo hacer algo grandioso para mejorar, no sólo para él sino para todo el Bronx”.
Su impacto en el vecindario se deja sentir cada 11 de mayo [su cumpleaños] y cada 16 agosto [fecha de su muerte], cuando sus seguidores se reúnen para celebrar su vida en la esquina de la calle 152 y avenida Wales, bautizada en mayo pasado como “Ronney ‘Venezuela’ Vargas Place”.
“Se ha vuelto una cita sin invitación”, dijo el acongojado padre del boxeador. “Llega mucha gente y duramos horas hablando frente al altar que le levantan”.
Iran Pelice, amigo de crianza de la familia, recordó que Ronney siempre estaba pendiente de los niños del edificio y hablaba de boxeo a toda hora.
“Cada que ganaba una pelea hacíamos una parada aquí en el vecindario”, indicó Pelice. “El fue uno de los primeros jóvenes del barrio que se estaba convirtiendo en algo. Era buen amigo”.
Josephine Calvente, quien se tatuó el nombre de Ronney en la muñeca izquierda, lo describió como una persona “que le gustaba pasarla bien con todos”.
Según Pablo Nieves, uno de sus entrenadores, ‘Venezuela’ había ganado ocho peleas, seis por nocáut y había peleado en tres divisiones diferentes.
“Fue una gran pérdida como ser humano y hoy seguimos recordándolo”, dijo el entrenador. “Todos los años celebramos un torneo en su nombre, esta vez será el 24 de agosto en un gimnasio local. Se dan trofeos con su retrato como recuerdo para que sea un ejemplo para otros jóvenes”.
El dolor de quienes lo extrañan se aviva con la noticia del juicio contra Coimbre.
“Pido la pena de muerte”, dijo Germán Vargas en voz firme, aunque en Nueva York la pena capital fue abolida en 2007. “Estando preso no paga por lo que hizo a mi hijo”.
Para los hermanos del boxeador Ronald y Roniel, no hay condena suficiente. “No importa cuánto se demore el juicio o la pena que le den, porque nada de eso va a regresarnos a mi hermano”, dijo Ronald.
Para Roniel, Coimbre mató a toda la familia. “Nosotros vivimos de una foto y eso no es justo. Buscamos la pena máxima para que pague algo de lo que hizo”.