‘Amor al trabajo’ les costó la vida

Bomberos conformaban un equipo élite especializado en bloquear el avance de las llamas

Varios bomberos   se abrazan durante el funeral por las 19 víctimas del incendio de Yarnel Hill, ayer en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, Arizona.

Varios bomberos se abrazan durante el funeral por las 19 víctimas del incendio de Yarnel Hill, ayer en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, Arizona. Crédito: efe

PRESCOTT, Arizona — Eran padres y padres en ciernes, jugadores de fútbol estadounidense en la escuela secundaria y ex infantes de Marina, bomberos de primera generación e hijos de bomberos forestales.

Los que unía al equipo de bomberos forestales de elite de Granite Mountain era el “amor al trabajo duro y las aventuras peligrosas”, así como el deseo de arriesgar sus vidas para proteger a otros. Y ahora, 19 familias comparten el dolor causado por su muerte.

Todos menos uno de la cuadrilla forestal con sede en Prescott perecieron el domingo, cuando un incendio forestal azuzado por el viento les sorprendió en la ladera de una montaña al noroeste de Phoenix. Fue la mayor pérdida de bomberos combatiendo un incendio forestal en 80 años y el más mortífero en un solo día para una cuadrilla bomberil desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

En el mundo de los incendios forestales, “Hotshot” es el nombre que reciben aquellos dispuestos a acudir a la zona más intensa del siniestro. Considerados los mejores de los mejores, son equipos de espíritu aventurero cuyo duro entrenamiento les prepara para lo peor.

“Estamos expuestos de forma rutinaria a condiciones extremas del medio ambiente, largas horas de trabajo, largas horas de desplazamientos y las áreas más exigentes en las labores de los bomberos”, proclama la página de internet del grupo. “Comodidades como camas, duchas y comidas calientes no son siempre algo común”.

Por encima de todo, sus integrantes se sienten orgullosos de su labor para solucionar problemas, trabajar juntos y la “capacidad de tomar decisiones en condiciones estresantes”.

“Es una labor de gente joven”, dijo el jefe de los bomberos de Prescott, Dan Fraijo, y las estadísticas le respaldan. De los que murieron, 14 tenían poco más de 20 años y su edad promedio era solamente de 26.

Por lo menos tres miembros de la cuadrilla siguieron los pasos que dieron sus padres en este tipo de trabajo.

Kevin Woyjeck, de 21 años, solía acompañar a su padre, el capitán Joe Woyjeck, al Departamento de los Bomberos del Condado de Los Angeles, y en ocasiones le acompañaba en las salidas profesionales. La casa de los bomberos era como un segundo domicilio para él, dijo el inspector Keith Mora, que trabaja para el organismo.

“Quería ser bombero como su padre y tenía la esperanza de que llegaran a trabajar juntos”, dijo Mora el lunes frente a la estación de bomberos de Seal Beach, California, donde reside la familia Woyjeck. “Era un gran muchacho. Con un increíble sentido del humor, ética del trabajo y sin paralelo entre muchos jóvenes que he conocido de esa edad. Quería trabajar muy duro”.

Chris MacKenzie, de 30 años, creció en el valle californiano de San Jacinto, donde su padre Michael fue un excapitán del Departamento de Bomberos de Moreno Valley. MacKenzie, un ávido esquiador de snowboard, ingresó en el Servicio Forestal de Estados Unidos en el 2004 y hace dos años fue transferido al Departamento de Bomberos de Prescott.

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