Además de su hipocresía
Sin duda que es imposible dar por alto lo que suscitó la renuncia de Eliot Spitzer a la gobernación el 17 de marzo del 2008. No es todos los días que un político admite que contrataba los servicios de prostitutas. Y más cuando se trata de uno que había tronado en contra de este acto como un crimen a combatir.
Sin embargo, para mí, y me imagino que para otros, lo de las putas es asuntó entre el exgobernador y su cónyuge.
Lo que me incumbe por ahora, ya que anunció su intención de aspirar a la controlaría de NYC, es lo que Spitzer ha hecho en sus cargos públicos. Muchos de los lectores de este rotativo conocen lo que como Attorney General logró hacer Spitzer, ya que este rotativo destacó en portadas y titulares, su empeño en lograr que patrones que le robaron a empleados – muchos de ellos indocumentados – tuvieran que pagarle lo que le debían a éstos. Lo sé porque como editor en aquellos años asigné muchas de esas historias.
Una vez fue electo gobernador en el 2006 y asumió su cargo en enero del 2007, Spitzer nombró a cuatro latinos a su gabinete. Al designar a Lorraine Cortés Vázquez como la primera puertorriqueña/latina como Secretaria de Estado, tanto la seleccionada como Spitzer hicieron historia.
También fue Spitzer quien al proponer a finales del 2007 que se le otorgarán a los indocumentados licencias para manejar creó una discusión nacional que impactó la contienda por la presidencia que se avecinaba en el 2008.
Spitzer no es perfecto y no estoy respaldando su sorpresiva aspiración a manejar el dinero de la metrópolis. Si Spitzer logra obtener las firmas requeridas y se coloca en la papeleta serán ustedes los que voten en la primaria demócrata que decidirán. Lo que hago aquí es ir más allá de los titulares alarmistas acerca de lo que hizo o dejo de hacer Spitzer con prostitutas.
(Gerson Borrero/Bajofuego@eldiariony.com)
