Una maniobra que depende de los republicanos

La llamada petición de retiro, descargo o relevo es un mecanismo legislativo de último recurso que se emplea cuando el presidente de un comité se niega a someter a consideración un proyecto de ley y, por ende, bloquea la posibilidad de que esa medida llegue al pleno cameral.

Para pasar por alto al comité de jurisdicción y al liderazgo y llevar la medida directamente al pleno, se necesitan 218 firmas de los congresistas. De esta forma, el proyecto se retira o releva del comité de jurisdicción.

Se trata de un mecanismo de presión. No es común, pero sí es usado. La última vez que se empleó en la Cámara Baja fue en 2002 en medio del debate de un controvertido plan de financiamiento de campañas electorales.

En la Cámara Baja, hay demócratas que están pensando utilizar la maniobra legislativa si al retorno del receso de verano no hay acción legislativa migratoria en esa cámara.

Ahí se han aprobado cuatro proyectos de ley a nivel de Comité Judicial, todos centrados en medidas punitivas o policiales, pero ninguno proponiendo un plan de legalización con vía a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados.

Al mismo tiempo, el bipartidista Grupo de los Siete, los congresistas que negocian un plan de reforma migratoria amplia, lleva meses anunciando la presentación de un proyecto que ofrecería una vía a la ciudadanía más larga y complicada que la incluida en el proyecto S.744 que el Senado aprobó el 27 de junio.

El liderazgo republicano se niega a considerar el proyecto de ley que aprobó el Senado y ha advertido que debatirá varios proyectos y no uno de reforma amplia.

Los demócratas aseguran que hasta 195 de los 201 congresistas que integran el caucus demócrata apoyarían un plan de reforma migratoria con vía a la ciudadanía. Esto supone que sólo se requieran 23 votos republicanos para arribar a la simple mayoría de 218 ó 23 firmas republicanas para impulsar la petición de relevo o retiro.

Pero, ¿es realista pensar que 23 republicanos o más estén dispuestos a irse en contra de su propio liderazgo republicano y firmar una petición de descargo?

Parece sumamente difícil a menos que, con el secreto aval del propio liderazgo republicano, se una a los demócratas una treintena de republicanos con escaños seguros que no le temen al voto de la reforma migratoria sacando el tema de la mesa con el menor “daño” posible. Eso, no obstante, tiene más visos de teoría de conspiración que de realidad legislativa.

Lo cierto es que algunos demócratas creen que la petición puede emplearse como un mecanismo de presión para forzar un voto de un plan de reforma migratoria con vía a la ciudadanía.

Otros demócratas y activistas, empero, temen que las estrategias extremas, como la petición de descargo, sólo inyectarán más politiquería al complicado debate migratorio alienando a los republicanos que intentan negociar un acuerdo bipartidista con los demócratas.

Por el momento, la presión sobre los republicanos se está ejerciendo de la manera más tradicional: manifestaciones, vigilias, llamadas y otra serie de eventos en los distritos de congresistas republicanos clave por las próximas cuatro semanas.

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