Bolsas que cuentan historias de valentía

Para una es la noche cerrada después de una jornada agotadora; para otra el mediodía y tiempo de pensar en preparar algo liviano para almorzar. Se ríen, se escuchan, se interrumpen y se vuelven a escuchar. Se congela la computadora en una pose cómica o la imagen se vuelve muy pixelada, pero principalmente, las hermanas se adoran y se entienden y eso puede más que cualquier traspié tecnológico.

Betsy y Emily Núñez, las dos veinteañeras de raíces bolivianas, dialogan por Skype cada vez que pueden, y eso es mucho decir considerando que Betsy, la mayor, está aquí en Estados Unidos y su hermana, una subteniente del ejército, en Kandajar, Afganistán, donde se encuentra estacionada en una base aérea desde hace ya varios meses.

Una vez que se ponen al día y que rápidamente repasan las novedades de cada una, las hermanas se ponen serias y comienzan a dialogar sobre distintos tipos de paracaídas, la resistencia de sus materiales, la posibilidad de teñirlos de diferentes colores. Así, una en un día luminoso, la otra bajo temperaturas que sobrepasan los 90 grados, aún por la noche, delinean conectadas remotamente, la nueva colección de su compañía Sword & Plough, que, desde su creación en 2012, produce carteras y bolsos reciclando toda clase de materiales militares como carpas, bolsas de dormir, hules y tejidos gomosos de velas de la marina y una larga lista de articulos que, de no ser por las Núñez y su original emprendimiento, serían descartados como algo residual e inútil.

“Emily está muy ocupada y desarrolla tareas de inteligencia, con lo cual tampoco podemos hablar largo y tendido”, comenta Betsy con un dejo en la voz que pone bien en evidencia que extraña mucho a su hermana y amiga más cercana. “Pero es increíble cómo se da maña para no descuidar la firma que fundamos y además estando en contacto directo con los productos militares, se le ocurren cosas sumamente creativas para incorporar en nuestras bolsas”.

Llevan lo militar en su ADN y eso explica la elección de carrera de Emily y la peculiar idea de extender la vida de objetos nada familiares para los civiles pero de uso diario para soldados y otros miembros de las Fuerzas Armadas. Su padre, Joseph Nuñez, un Coronel retirado del Ejército que participó de la Operation Iraqui Freedom, estuvo en Haití en 1994, en Corea y en varias partes de Latinoamérica, introdujo a la familia en ese mundo.

De niñas, el cumplir con éxito una tarea doméstica como extender las camas, mover muebles o lavar el carro también era premiado a la usanza militar: “Nos poníamos en fila y hacíamos formaciones y si nos quejábamos, nos mandaba a hablar con el capellán”, cuenta riendo.

Su papá, que ahora se desempeña como diplomático en Basora, Irak, es uno de los principales asesores de sus hijas en la compañía. “Tanto él como mi mamá nos han apoyado mucho y están muy orgullosos”.

Sword & Plough, cuyo nombre proviene de un viejo proverbio que hace alusión a transformar algo que puede dañar en algo que promueve la paz, tiene dos nobles propósitos: fomentar el crecimiento de compañías y organizaciones comunitarias que den trabajo a quienes estuvieron en combate y, además, acercar a la comunidad civil y a los veteranos.

Las carteras de Sword Plough cobran vida en fábricas regenteadas por veteranos y que emplean a veteranos. Las muchachas trabaron una alianza con Green Vets, una organización sin fines de lucro de Los Ángeles donde todos los costureros fueron militares. En un futuro próximo, aseguran, desean tejer muchas más alianzas de ese estilo.

“La mayor parte de nuestros clientes son civiles y estamos logrando que las carteras se conviertan en motor de conversación. Son piezas con una historia interesante detrás y quienes las compran, las cuentan. Cada bolsa narra, en cierta forma, la vida de un soldado que arriesgó su vida por este país y esta es nuestra forma de honrarlos”.

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