Dos hispanos revelan su clave para perder peso (fotos)

Para Karla Herrera y Nestor Camarillo todo cambió el día en que tomaron la decisión de querer perder esas libras de más

Al verse en una foto, Nestor Camarillo cayó en cuenta de lo obeso que se encontraba.

Al verse en una foto, Nestor Camarillo cayó en cuenta de lo obeso que se encontraba. Crédito: Suministrada

Nueva York — Son pocos los días que no leemos, escuchamos o vemos a algún experto hablando sobre las mejores maneras de perder peso, y dando miles de trucos para ganarle la guerra a la balanza.

Pero lo cierto es que la mayoría de las veces, esos consejos vienen de personas que nunca han sufrido de sobrepeso o de quienes cuentan con todos los recursos, de tiempo y dinero, para mantenerse en forma sin mayor problema.

Por eso esta vez quisimos escuchar las experiencias de dos latinos, quienes por mucho tiempo sufrieron el problema de la obesidad, pero que decidieron, por su cuenta y con mucho esfuerzo y dedicación, quitarse las libras de más.

Para Karla Herrera, el problema de sobrepeso es una herencia familiar. Ella fue una niña “gordita”, al igual que sus padres, quienes desde que recuerda nunca han tenido un peso saludable.

“A pesar de que siempre me gustó el deporte, y estuve metida en clases de natación y en un grupo de patinaje en línea, nunca fui flaca. Hacía ejercicio por un tiempo, y cuando lo dejaba me engordaba”, recuerda la venezolana de 38 años, quien trabaja en un restaurante de Manhattan.

Las libras de más siempre estuvieron presente a lo largo de su adolescencia, y a los 25 años llegó a pesar unas 190. Entre subidas y bajadas de peso transcurrieron muchos años, sin llegar a un punto donde se sintiera satisfecha y cómoda con su imagen. “Me preocupaba, quería verme delgada”.

Además de su tendencia genética, Herrera asegura que su dieta basada en arroz, pasta, pan, mantequilla, mayonesa y muchas salsas, era la causa principal de su sobrepeso. Los dulces eran su mayor debilidad, “no lo podía controlar”.

A partir de los 33 años se planteó un reto: “Voy a perder peso, y de verdad voy a cambiar”. Dice además haber entendido en ese momento que el ejercicio no era suficiente para lograr su peso ideal, e internalizó la frase “somos lo que comemos”.

“Comencé a hacer más deporte, a ejercitarme con un entrenador en el gimnasio. Fue él quien me ayudó a perder 22 libras y me enseñó a comer. A partir de allí, recuperé mi energía”, cuenta Herrera, quien entusiasmada con los resultados fue más allá y se graduó como entrenadora personal.

Sin fórmulas mágicas, durante un proceso de más de un año, logró perder 50 libras. Eliminó los lácteos, no come pasta ni pan, y muy pocas veces arroz, aunque confiesa que todavía sigue peleando con los dulces, principalmente el helado.

El ejercicio forma una parte importante de su vida y asegura hace algún tipo todos los días.

“Siempre cambio la rutina. Prácticamente entreno siete días a la semana, porque los domingos, por ejemplo, monto bicicleta o hago algo más ligero, pero siempre hago algo”, dice. “Ahora estoy trabajando en la parte muscular, porque al perder peso la piel pierde elasticidad. Es un trabajo difícil, que toma tiempo”.

Herrera dice que finalmente siente que le ha ganado la pelea al sobrepeso, y aunque sabe que no es fácil, está lista para seguir batallando por sentirse sana y contenta con su cuerpo.

“Estoy llegando a donde quiero llegar”.

Una jarra de soda al día era parte de la dieta de Nestor Camarillo. Las consecuencias en su salud no se hicieron esperar, a sus 34 años comenzó a sufrir de alta tensión y a tener problemas con el colesterol.

A pesar de ello el gerente de restaurante, donde tenía acceso a mucha comida y bebida, siguió con la misma forma de comer, esperando que la medicina que le recetaron hiciera su trabajo, sin poner mayor esfuerzo.

“Mi esposa empezó a preocuparse, a decirme que estaba gordito, que tenía bajar de peso. Yo no le hacía caso, me enojaba con ella. Después que comía, me sentaba frente al televisor y comía palomitas de maíz, aunque había cenado cinco minutos antes”, recuenta sobre su rutina de hace un par de años, misma que lo llevó a pesar 252 libras.

Sus hijos también se habían dado cuenta del problema de peso de Camarillo, y el mayor no quiso que lo acompañara en un paseo de la escuela “porque papi no cabe en el bus”.

Esa presión familiar, y una foto que se tomó donde dice notó la extrema gordura que tenía, le hizo tomar la decisión que cambiaría su vida hace dos años.

“Empecé caminando y haciendo ejercicio en la casa con un programa de video. El primer mes no me di cuenta del cambio, pero el segundo mes ya noté que había perdido unas cinco libras, y fue cuando decidí cambiar mi comida”, recuenta.

Dejé el azúcar completamente, empecé a tomar agua, nada de jugos ni sodas. Además eliminé todos los carbohidratos, y al quitarlos empecé a correr y a hacer más ejercicio. Fue entonces cuando vi el gran cambio, en tres meses perdí 50 libras”.

De nuevo, la combinación básica de dieta y ejercicios dio sus resultados.

“En la mañana me tomo un jugo de frutas, como pechuga de pollo a la parrilla, nada frito, nada de carbohidratos, puras ensaladas, vegetales, brócoli, espinaca. Además reduje las porciones”, explica Camarillo sobre la exitosa receta que lo ha llevado a perder 85 libras.

El padre de tres niños, de ocho, seis y tres años, sigue ejercitándose en casa. “No pago ni un centavo en un gimnasio”. Además, su nuevo estado físico es tal que participó en un maratón de 5K en Flushing, Queens, y en una competencia de intensa demanda física llamada Spartan Race.

“Estuve en el doctor el pasado lunes y el doctor me dijo que mi tensión está muy bien y mi corazón también. Me dijo que mi condición física es muy buena y que no podía creer que tuviera 40 años”, cuenta alegre Camarillo.

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