Mónica Puig a la conquista este lunes en el US Open

La meta de la boricua es llegar a ser la No. 1 del mundo, la primera latinoamericana en ocupar esa privilegiada posición

La boricua Mónica Puig entrenó en el Centro Nacional de Tenis previo a su participación en el Abierto de Estados Unidos.

La boricua Mónica Puig entrenó en el Centro Nacional de Tenis previo a su participación en el Abierto de Estados Unidos. Crédito: EDLP / Mariela Lombard

NUEVA YORK – El empuje, el sacrificio y la consistencia tienen a Mónica Puig en el lugar donde está.

Esta tarde, la tenista puertorriqueña de 19 años debutará en la cancha número siete del complejo ‘Billie Jean King” de Flushing, Queens. Su oponente es la rusa Alisa Kleybanova, de 24.

Mónica acaparó los titulares gracias a sus triunfos –para muchos inesperados, menos para ella porque dijo llegó bien preparada– en Roland Garros y Wimbledon, donde en primera ronda eliminó a dos cabezas de serie. En Francia a la rusa Nadia Petrova (3-6, 7-5, 6-4) y en Londres a la italiana Sara Errani (6-3, 6-2).

En Wimbledon avanzó a cuartos de final, donde cayó ante la estadounidense Sloane Stephens, ahora cabeza de serie No. 15 en el Abierto de Estados Unidos.

“Estando 5-5 tuvo oportunidad de romper y creo que se frustró un poquitín y vio que se le escapó la oportunidad“, analizó su entrenador, el belga Alain De Vos. “Un poco más de experiencia le hubiera ayudado”. Ahora, en la disputa de su tercer torneo grande la tenista boricua espera sacar provecho de ello.

“Esas experiencias bien grandes me van a ayudar en los próximos Grand Slams“, dijo Puig, nacida en Puerto Rico, pero criada en Miami, a donde su familia se mudó cuando ella tenía un año de vida. “Pero estoy mirando la primera ronda y tratar de avanzar jugando mi mejor tenis”.

Mónica indicó que se siente cómoda en cualquier superficie. “Pero a mí me gusta jugar en las canchas del US Open”, destacó.

Llegar a competir a tan alto nivel no ha sido color de rosa. “Ha sido mucho trabajo… Han habido altos y bajos”, indicó su mamá Astrid.

“Estoy muy orgullosa de su trabajo y lo que ha hecho hasta ahora”, agregó la madre. “Pero tratamos de tener los pies sobre la tierra porque es un camino muy duro que hemos recorrido día a día”.

Todo comenzó desde la infancia. “Somos una familia de deportistas… Ellos fueron experimentando lo que les gusta”, continuó Astrid, quien practicó tenis, voleibol y sóftbol, entre otras actividades deportivas.

Tras participar en clínicas de tenis, Mónica empezó a tomar clases individuales y le recomendaron inscribirla en torneos pequeños.

“Mónica siempre fue del último pack; siempre había mejores jugadoras que ella”, manifestó la mamá. “Pero estaba allí y se veía que tenía un talento bien grande“, que la llevó a jugar en los Nacionales de Estados Unidos.

La madre pronto descubrió un programa de la Federación Internacional de Tenis, donde empezó desde abajo. “Nunca la puse a un nivel que yo sabía que ella no estaba preparada”, acotó Astrid. “Es como cuando uno va al colegio, tú no pones a un niño de cinco años en grado 12”.

La menor tuvo que demostrar que podía avanzar, fue ganando torneos hasta eventualmente disputar dos finales de Grand Slam a nivel juvenil, en 2011: Australia y Roland Garros, aunque perdió los dos títulos. En 2010 fue la No. 2 del mundo en juniors. “La niña tenía potencial… Era como la graduación”, dijo la orgullosa mamá.

La transición de juvenil a profesional tampoco ha sido fácil. “Ella está tomando poco a poco la rienda de su carrera como profesional y subiendo en el ranking”. En el escalafón de la WTA, Mónica es la No. 50 del mundo, aunque el 15 de julio ascendió al 48.

Esto no hubiera sido posible si no hubieran recibido apoyo económico. “Nosotros no somos una familia rica”, dijo Astrid. “Han sido muchos los sacrificios”.

Al comienzo fue “bastante costeable”, cuando Mónica tenía 14 años logró una beca en la Academia de Justine Henin, y un día llegó una llamada de la Federación de Tenis de Puerto Rico preguntándoles si a Mónica le gustaría jugar por la Isla.

“Yo siempre digo que sin la ayuda de ellos, la ayuda del gobierno de Puerto Rico, Mónica no estaría donde está“, dijo Astrid. “Para llegar lejos, uno tiene que viajar… Muchos de estos tenistas llegan a donde llegan gracias a la ayuda que les da sus países”.

Aquella niña que, al igual que su hermano Ricky (tres años mayor que ella), practicó muchos deportes ahora tiene una meta: llegar a ser la No. 1 del mundo, la primera latinoamericana en ocupar esa privilegiada posición.

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