Tres hermanas latinas sirven en Ejército de EEUU

Su madre, una inmigrante de Guadalajara, México, fue la mayor motivación para que las hermanas Cuyan iniciaran su servicio en las fuerzas armadas

Crystal Cuyan (izq.),  quien  regresó de su misión  en Afganistán, sonríe con sus hermanas Vianna, Arelis y Vianey en LAX.

Crystal Cuyan (izq.), quien regresó de su misión en Afganistán, sonríe con sus hermanas Vianna, Arelis y Vianey en LAX. Crédito: Ciro César / La Opinión

Paty y Francisco Cuyan, de Moreno Valley, derramaron lágrimas de alegría y orgullo, al ver salir a una de sus cuatro hijas, Crystal, por una de las puertas de desembarque del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles.

Crystal regresó de Afganistán, donde cumplió su servicio como asistente médico del California Air National Guard durante seis meses .

Las lágrimas de emoción de la joven de 24 años, también se asomaron al ver a sus padres y hermanas, esperando por ella en la terminal aérea.

“Es una alegría verla de nuevo, verla bien, y me siento agradecido de saber que fue a servir al país”, fueron las primeras palabras de emoción del padre, originario de Guatemala, luego de abrazar a su hija.

Este sentimiento ya es común para los Cuyan, y se multiplica por tres, ya que de sus cuatro hijas, tres pertenecen actualmente a la Guardia Nacional de los Estados Unidos. La cuarta y más pequeña, Vianey, de 21 años, aún está por decidirse a ingresar.

Arelis, de 26 años, es la mayor de las hermanas Cuyan y la primera que ingresó a las Fuerzas Armadas en el año 2004. La principal motivación, dijo, fue hacer realidad el sueño de su madre, una inmigrante de Guadalajara, México, de pertenecer a la milicia.

“En nuestra casa nunca se vio el ser militar como una cosa de hombres. Por el contrario, mi madre siempre nos compartió su sueño de haber podido ser parte de las Fuerzas Armadas”, contó Arelis.

“Mis dos hermanas y yo nos sentimos muy contentas de poder pertenecer, sobre todo por ser mujeres y latinas”, resaltó.

No son muchas las mujeres hispanas, como nosotros en la Guardia Nacional. Me siento orgullosa y espero poder pertenecer a las Fuerzas Armadas toda mi vida“, dijo por su parte Viana, de 21 años de edad, última en unirse a la Guardia Nacional en el 2010. Esta es hermana gemela de Vianey, quien estudia en la Universidad de California, en Riverside.

“Ser mujer en la milicia tiene sus ventajas y desventajas. Pero lo mejor es poder conocer otras mujeres fuertes e inteligentes de las cuales aprender”, explicó Arelis, cuyo servicio es el área de relaciones públicas, luego de graduarse de UCLA con un título en Estudios Chicanos y Literatura Americana. “No somos marimachas, pero definitivamente somos mujeres fuertes y determinadas”, señaló la joven, sobre la imagen errónea que algunas familias latinas puedan tener sobre mujeres en las Fuerzas Armadas.

“Yo siempre les dí alas a mis hijas para que hicieran lo que quisieran. Yo creo que como mujeres, somos capaces de hacer cualquier trabajo que nos pongan enfrente. Yo nunca creí en la idea de que esto es para niños, y esto para niñas. Yo creo en su libertad como mujeres”, compartió su madre, Paty.

“Estar en las fuerzas armadas las ha hecho más unidas y responsables”, agregó.

Para Crystal, el trabajo como mujer no es distinto al de los hombres en su posición como asistente médico. “El objetivo es ayudar a la gente en donde sea. En Afganistán, mi tarea era ayudar con el traslado de pacientes a los EEUU”, contó, luego de recibir un abrazo, un beso y un ramo de rosas rojas de su novio, Daniel López, quien también pertenece a las Fuerzas Armadas.

“La angustia siempre está ahí, pero la confianza en Dios es lo más importante. No nos olvidamos de doblar las rodillas todos los días, con ellos y por ellos”, dice Paty, sobre una posible acción militar en Siria.

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