Me arriesgo para ser escuchado

Yo me involucré en la lucha por los derechos de los migrantes desde hace mucho tiempo. Ya que he visto cómo se han ido separando familias, inclusive la mía.

Yo llegue a los Estados Unidos en el año 2000. Vine por la situación inestable en mi país que ha dejado a muchas familias sin tener ni para comer. Vine aquí a vivir con un hermano mío quien tiene dos hijos y una hija. Estuvimos ocho años tranquilamente hasta que un día uno de mis sobrinos lo detuvieron por no tener licencia en un condado del estado de Georgia con leyes estrictas, por lo cual fue deportado.

Desde ese entonces en la familia todo comenzó a cambiar. Ya no somos familia. Mi hermano y mi cuñada comenzaron tener problemas. Ella lo culpaba porque ese día él no pudo estar para llevarles a la escuela como era de costumbre.

Los problemas familiares continuaron a tal grado que terminaron separándose. El se regresó para México y ella se quedó aquí con los otros dos hijos. Esto es algo que está pasando con otras personas porque cuando le comento a otros, me platican que ellos saben de otras familias que se han ido separado de igual manera.

Y es que por cada deportación que se hace, una familia es separada en mas de un nivel. Y el único que tiene el poder para solucionarlo es el presidente Barack Obama.

Ahora, supuestamente, el Congreso está trabajando por una reforma migratoria que pudiera ser posible. La labor de ellos es meramente política. nada real. Lo que sí es verdad es que en este momento, están siendo deportadas alrededor de 1,400 personas diariamente.

Es por eso que decidí que debo arriesgar mi libertad mediante desobediencia civil y que sirva de grito para los millones de indocumentados que están en mi posición. Para que no solo se escuche a los que dirigen las grandes organizaciones sino escuchar lo que en realidad estamos viviendo día a día nosotros con la persecución policiaca y el temor de salir un día a trabajar y pensar que quizás no podamos regresar a nuestra casa a ver a nuestros hijos como le pasó a mi hermano.

Nosotros hemos ya trabajado todas las rutas disponibles. Hemos hecho cabildeo en Washington D.C., y en Georgia. Hemos visitado senadores y representantes, jefes de policía y concejales, para pedir una reforma y que paren las deportaciones. Hemos hecho marchas y plantones. Y tal parece a veces que todo ha sido en vano, porque se siente que nuestras voces no han sido escuchadas.

Sé que es un gran riesgo. Pero creo firmemente que este tipo de protestas son las que pueden generar el cambio.

El Presidente tiene un compromiso moral con nuestra comunidad. El pidió nuestro voto y le ayudamos a ser reelegido. El prometió que en su primer año iba tener una reforma y en lugar de esto, ha roto el record de deportaciones. El Presidente debe decidir si solo quiere ser recordado por la comunidad latina como el que más deportaciones realizó.

Y si el Congreso está más preocupado en este momento por su futuro político que por las personas, el Presidente debe tomar medidas ejecutivas y olvidarse de la politiquería partidista. Por eso le pedimos que detenga las deportaciones. Aquí estamos y no nos vamos. Sí se puede.

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