Cremosidad que se antoja

El cheesecake es un antojito en todas las temporadas del año

El cheesecake es un antojito en todas las temporadas del año Crédito: Agencia Reforma

Esa gran cremosidad que se experimenta en la boca al empezar a disfrutar la textura y sabor del cheesecake lo convierten en un postre al que nadie se resiste. Este pastel de queso, que es todo un festín, siempre debe degustarse frío.

Cada receta en el mundo culinario tiene un origen o, por lo menos, datos que se acerquen a él, como en el caso del cheesecake. Se dice, por ejemplo, que formó parte del menú que los griegos ofrecieron a los deportistas en los primeros Juegos Olímpicos, según documentos encontrados.

Al darse a conocer en todo el mundo, cada país le fue agregando un queso diferente: feta, ricotta, de granja, mizithra y suizo fueron los elegidos por los griegos.

Los italianos, en cambio, optaron por el ricotta, los alemanes por el requesón y quark, y los franceses por el neufchatel.

Como antecedente más cercano de este postre está la historia del matrimonio de Óscar y Evelyn Overton, quienes deseaban tener un negocio exitoso, ilusión que se cristalizó más tarde al surgir The Cheesecake Factory.

Evelyn cautivó a todo aquel que probó su “pastel” de queso, así que en 1940 abrió un pequeño establecimiento en Detroit, Michigan.

Tiempo después lo expandieron a todo el país, y hoy es un reconocido restaurante de comida que además vende cheesecakes.

Una cantidad inusitada de ingredientes pueden fusionarse en este tipo de preparaciones, y siempre es grato un postre recién salido del refrigerador o congelador.

En ocasiones, para hacer un postre se va exclusivamente al supermercado o tiendas de materias primas en busca de los ingredientes; sin embargo, no existe tal necesidad cuando es una receta sencilla.

“La ventaja es que se preparan con mucha anticipación y no se echan a perder. Son recetas fáciles que se pueden hacer con ingredientes que siempre se tienen en casa. Si falta algo, en cualquier supermercado lo encuentras”, explica Karla Suvalsky, instructora de cocina.

Y como complemento al servirlos están las bebidas frías y calientes, cuya elección dependerá de cada persona, pero cabe aclarar que en ambos casos no hay un choque de sabores.

“Un frapuccino, té helado o bebidas con mucho hielo van muy bien para acompañar los cheesecakes o pastel de queso”, señala.

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